MATEO 5:9 LOS PACIFICADORES
"Bienaventurados
son los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios." Si alguien entrara al final de este culto, y
me oyera incitándoos a dedicar vuestras vidas por la causa de la paz, creería
que estaba hablando de las Naciones Unidas, o de algún movimiento
político. O quizá el sermón fue una
incitación a escribir cartas al gobierno para hablar del desarme, para
instigarlos a hacer todo lo posible para promover la paz entre las
naciones. Mientras todo esto podría
tener su valor, no tiene nada que ver en
absoluto con lo que Jesús hablaba en Mateo 5:9.
Jesús se refería, no a la paz entre naciones, sino a la paz entre
individuos, por ejemplo entre mi mujer y yo; o entre mi hijo y yo; o entre dos
miembros de la iglesia; entre tu jefe y tú; entre tu empleado y tú; pero particularmente,
entre tú y Dios.
I.
PODEMOS
TENER LA PAZ CON DIOS
1. Se trata del milagro de la cruz, donde "la
justicia y la paz se besaron" (Sal. 85:10)
2. De la paz con Dios (Ro. 5:1) una vez justificado
por la fe.
3. La paz que tenemos por haber ninguna condenación
sobre nosotros que estamos en Jesucristo (Ro. 8:1).
4. Imagínate si fueras parte de un movimiento
terrorista, y tú personalmente hubieras causado la muerte de los niños del rey,
del presidente del gobierno, y del ministro del interior, en un golpe
sangriento, y ahora, hoy, todos los
miembros de tu movimiento tuvieran que presentarse delante de estos tres
hombres para recibir un perdón completo, con sus tres firmas. ¿Cómo te sentirías? La paz que tenemos con
Dios se ha hecho bajo condiciones parecidas.
II.
PROCLAMAMOS
LA PAZ (2 Co. 5:18-21)
1. Somos llamados a proclamar este mensaje, esta paz,
al mundo: particularmente a nuestros vecinos.
Somos portadores de un mensaje estupendo. En este sentido, somos llamados a ser pacificadores,
poniendo la paz entre Dios y los hombres.
2. Seríamos como los mensajeros hacia los miembros de
aquel grupo terrorista que mencioné, implorándoles a acudir para aceptar el
perdón de aquellos padres que son a la vez autoridades.
3. ¿Estamos haciendo nuestra parte para que todos no
sólo sepan, sino que nos oigan rogarles que acudan a la paz de
Dios?
III. TENEMOS QUE HACER LA PAZ CON LOS DEMÁS
1. Es claro que la paz que tenemos con Dios debe
repercutir en paz con los demás.
2. Seremos pacificadores mediante la tolerancia (Ro.
14:1; 15:1-6; 1 Ts. 5:13-15)
3. Seremos pacificadores mediante nuestra humildad (y
disposición a ser humillados) (Mt. 5:23-25)
4. Seremos pacificadores mediante el perdón que damos
(Mt. 6:14-15; 18:15; 27-35) [La cárcel espiritual de la amargura]).
5. Seremos pacificadores mediante nuestro deseo y
esfuerzo por la unidad (Jn. 17:20-21; 23).
Debemos como hijos de Dios aprender a dar el
primer paso siempre. No existe ninguna
situación en que tú debes esperar a que el otra venga primero a ti. Tienes el ministerio de la paz si eres
creyente, y este ministerio de la paz es activo, y no pasivo. ¿Estás dispuesto a entregarte a tal
ministerio?
MATEO 5:9
LOS CRISTIANOS,
UN PUEBLO DE PAZ
Mateo 5:9
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Bienaventurados los
pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
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Mateo 5:23-24
|
Por tanto, si traes tu
ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
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Mateo 18:15
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Por tanto, si tu
hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere,
has ganado a tu hermano.
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1 Pedro 3:7
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Vosotros, maridos,
vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y
como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
tengan estorbo.
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2 Corintios 5:18-21
|
Y todo esto viene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.
|
La "reconciliación" significa restaurar la paz entre dos partes
donde no había paz. El fruto de la obra de Cristo en la cruz es la
reconciliación. Esto nos enseña nuestro
pasaje en 2 Corintios 5. Por esta razón
nos interesa y nos preocupa este tema de la reconciliación. Aunque la obra de Cristo en la cruz obtuvo
más bien la reconciliación de Dios con nosotros, y por extensión nuestra
reconciliación con Dios, esto, por extensión, nos hace querer ver la
reconciliación entre los hombres.
El conflicto, el odio, y la guerra, es la característica natural del hombre
perdido sin Cristo. Y este mundo, encontrándose en un estado perdido, sin
Cristo, está bajo estos odios, conflictos, y guerras. Nosotros como cristianos,
como sal de la tierra, tenderemos, si somos hijos de Dios, a ser pacificadores,
intentando poner paz donde hay guerra, y orando por la paz.
Ahora bien, ¿cómo oraremos por la paz, si nosotros mismos no trabajamos por
ella, ni la vivimos? ¿Cómo queremos que el Señor nos tome en serio? Antes de
orar por la paz, debemos asegurarnos de ciertas cosas:
1. Que estemos verdaderamente en paz con Dios: que
nos hayamos entregado a Cristo, aceptando su obra a la cruz por nosotros.
2. Que estemos dedicando todos nuestros esfuerzos
para que la gente de este mundo pueda hallar esta paz con Dios. Nadie que haya entendido lo terrible de estar
en guerra con Dios, y que haya hallado la paz con Dios, podría permanecer
indiferente a la suerte de aquellos que no tienen a Cristo como su Salvador.
3. Que nosotros estemos viviendo en paz con nuestros
hermanos y nuestros prójimos. Si hay un conflicto, que estemos tomando la
iniciativa para poner fin a ese conflicto.
Es esta última cuestión que examinaremos ahora, porque es lo que puede
estorbar las oraciones de los cristianos.
¿Qué hemos de hacer en un conflicto
con un hermano?
Estamos llamados, como hijos de Dios, a intentar
solucionar los conflictos con los hermanos. Pablo dijo: "Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres" (Romanos
12:18). Porque no siempre es posible.
Parece que en el Nuevo Testamento, el principio
que hay que seguir en un conflicto, es siempre tomar la iniciativa para
hacer las paces.
I. Hay que tomar la iniciativa cuando hemos ofendido
a alguien (Mt. 18:15)
II. Hay que tomar la iniciativa cuando alguien nos ha
ofendido (Mt. 5:23-24)
III. Hay que tomar la iniciativa cuando no estamos
implicados (Mt. 5:9)
Así, pues, vemos que nunca podemos escaparnos de
tomar la iniciativa: siempre recae sobre nosotros. Porque como creyentes somos "hacedores
de paz". No nos toca juzgar a otro
creyente, diciendo: "pues, le tocaría a él". Que el Espíritu Santo haga eso. Si vemos que hay un conflicto, siempre nos
toca hacer lo que podamos para resolverlo.
Sólo entonces seremos personas capaces de ayudar a resolver conflictos
en el mundo, y capaces de orar por la paz en el mundo, sin parecer ridículo en
los ámbitos espirituales. Porque, ¿cómo
nos tomará Dios en serio si pedimos la paz entre los cristianos y los
musulmanes en Indonesia, si aquí nos peleamos entre cristianos, os si
despreciamos a los Marroquíes? Seamos un
pueblo de paz, un pueblo pacificador, y oremos por esta paz.
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