Thursday, October 30, 2014

Apocalipsis 18 “¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!”



Apocalipsis 18

“¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!” (v.2)

Al estudiar este capítulo, no intentaremos, del momento, identificar a la gran Babilonia. Por cierto, le han identificado a Jerusalén, que cayó en el tiempo de Juan, el escritor. Se ha identificado a Roma, que era tan poderosa en aquel tiempo, pero que iba a caer unos siglos más tarde. Pero se ha preguntado a qué se identifica hoy en día, o en los últimos tiempos.  Creo que podríamos pensar en cualquier país, movimiento, sistema política,  alianza, en que podríamos poner demasiada confianza.  Y por eso, sea lo que sea nuestra posición sobre las interpretaciones de profecía, podemos sacar provecho de las lecciones de este capítulo.

  1. Debemos evitar tener demasiado confianza en algo que está llamado a desaparecer
1.     En el texto, se habla de la caída de Babilonia. Habrá sido estúpido confiar en ella.
2.     Cualquier nación o sistema es temporal. No puede durar indefinidamente.
      a)     La historia lo demuestra
      b)         La Palabra de Dios lo proclama
3.     Ya que está llamado a desaparecer, la confianza sería mal ubicada
4.     Sería no creer lo que Dios ha dicho
5.     Sería una confianza que no nos satisfacerá
6.     Más vale poner nuestra confianza en lo que es eterno

  1. Debemos evitar identificarnos con un sistema o nación que Dios ya ha condenado
1.     En el texto, Dios habla de los pecados de Babilonia. Y condena la ciudad por aquellos pecados. Habría sido muy contradictorio identificarse a ello.
2.     Cualquier nación o sistema política de hoy en día está afectado por los mismos pecados que Dios ya ha condenado. No es aceptable que como cristianos, esas naciones o esos sistemas sean nuestra identidad.
     a)      No hay nada mal en amar a su nación, y apreciar sus ventajas
     b)      No hay nada mal en apoyar algún sistema política
     c)      En los dos casos se trata de estar un poco distante: apreciar los elementos positivos, pero estar consciente, también, que no alcanzan la aprobación de Dios.
3.     Que sea Honduras, España, Estados Unidos, o el Canadá, son países condenadas por sus pecados.
4.     Que sea la política de derechas, de izquierdas, de ecología, o lo que sea, están llenas de elementos que Dios no aprueba.
5.     Por tanto, si bien participamos en este mundo, apoyando ciertos elementos, seamos siempre conscientes que esas cosas, esas naciones, esas políticas, no nos representan verdaderamente al fondo.
6.     Nuestra identidad está en Cristo, no en nuestra nación y no en nuestra política.

  1. Debemos evitar el gran sentimiento de decepción, o pérdida, cuando  Dios quita una nación o un sistema.
1.     Eso será más fácil si hemos tomado en cuenta los dos primeros puntos.
2.     A veces, alguien pone tanta confianza en su país, en su política, o en su sistema económica, que está devastado al verlo caer o desaparecer. Nuestro corazón está puesto en el mal lugar.
3.     Es por eso que Dios había dicho: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados…” (Apoc. 18:4)
4.     Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios … vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:1-4)


¿En qué, pues, tiene sus confianza? ¿A qué se identifica? ¿Su nación? ¿Alguna organización? Su sistema económica? Porque todo eso se puede esfumar. Busque su identificación en Cristo. Disfruta lo que puede, pero recuerde que es temporal. Y cuídese de no juntarse con los pecados del sistema presente en el cual se halla.

Sunday, October 19, 2014

Querido Mundo: Dejemos de dar nuestra Basura a los Pobres

No es un sermón, pero un artículo importante que acabo de traducir:

Querido Mundo: Dejemos de dar nuestra Basura a los Pobres
October 13, 2014 by Kristen  (traducido por J.F.)
Me estaba preparando para un viaje a Kenya hace un par de años, cuando una iglesia me envió un correo electrónico preguntando si Mercy House tenía algunas necesidades específicas.  Contesté pronto y les dije que quería dar a Maureen, nuestra Directora en Kenya, un iPhone, para que pudiéramos comunicar durante los fallos de luz (casi a cada semana). Les dije que si ellos compraran uno, entonces yo utilizaría mi dinero para otras cosas necesarias.
En el Facebook de la Iglesia unos días más tarde, vi algo como, “Queremos apoyar un ministerio con un iPhone usado. Si tienen uno viejo que puede donar, por favor, déjenos saber.”
Me dieron un viejo iPhone una semana más tarde. En el terreno en Kenya, me di cuenta que la carga no aguantaba ni diez minutos. El teléfono era basura.
Entonces, cuando me marchaba de Kenya, di me propio teléfono usado, que funcionaba, a Maureen.
La iglesia me contactó después del viaje y me preguntó ¿cómo le había gustado a Maureen su nuevo teléfono? Les dijo que era inútil, y añadí, “No se preocupen. Le regalé el mío.”
“Oh, nos sentimos muy mal, por favor, ¡permítanos que remplacemos su teléfono! Queremos comprarle un nuevo, puesto al día. Usted lo merece.” Les dije que ya tenía un teléfono de reemplazo, y que utilizaba el puesto al día de mi marido. “Ok. En este caso, quisiéramos hacerle un cheque para $500 para compensar por la inconveniencia.”
Denlo a Maureen, dije.
Y lo hicieron.

Aunque la iglesia intentó arreglar el asunto, me molestaba el hecho que estaban muy dispuestos a comprarme un teléfono nuevo que yo no necesitaba.  Me he fijado que esa mentalidad se extiende por la Iglesia en general: Los pobres estarán contentos con nuestros restos. No conocen nada mejor. Viven en África u Honduras, no necesitan la última tecnología o las mejores marcas como nosotros.  Van a apreciar cualquier cosa que damos porque algo es mejor que nada.
¿Por qué damos a otros-a menudo a los que sirven a los pobres o a los pobres mismos –algo que no guardaríamos nosotros?
Recoger ropa para inmigrantes ha llegado a ser la mejor oportunidad para deshacernos de cosas que no queremos, y recoger productos para nuevas mamás es la excusa perfecta para botar ropa manchada o muy usada que nosotros nunca nos atreveríamos volver a utilizar. He empaquetado maletas con donaciones hermosas, pero más a menudo he triado a través de pilas de basura regalada en el nombre de Jesús.
Es tiempo que dejemos de regular nuestra basura a los pobres.
No hay nada mal con cosas usadas o cosas de segunda mano. Es a menudo lo que escojo primero, y lo que prefiero. Muchas organizaciones y ministerios dependen de donativos usados. Pero si donamos lo usado, debería ser nuestro mejor. No estoy diciendo que cuando sacamos nuestra ropa usada o viejos juguetes y los donamos ‘ que es malo. Estoy diciendo que si lo donamos, debería ser algo que estaríamos dispuestos a utilizar nosotros mismos.
Quizá los pobres no tienen riqueza, pero tienen su dignidad. He conocido a gente sin electricidad ni agua corriente que limpiaba sus pisos sucios cada día, que prensaba su ropa, que caminaba muchos kilómetros a su trabajo en calles llenos de barro, evitando aguas negras, sin ensuciar su ropa lo más mínimo. Valorizan su propia dignidad, y nosotros también deberíamos hacerlo.
Nunca olvidaré mi encuentro con una mujer en África que sostenía a su familia por medio de revender ropa usada de América. Pero cuando me mostró la ropa que tenía para vender – ropa que Americanos había donado en campañas de eso – estaba roto y manchado. Me daba vergüenza.
Su mejor dependía de nuestro peor.

El solo hecho que nuestra donación nos pueda dar la impresión de estar ayudando, en realidad podríamos estar haciendo daño. Fardos de ropa usada son vendidos a países africanos para ser revendido, y acaban inundando el Mercado y a menudo arruinan los negocios locales de textiles y costureras y modistas.
Es hora en que pensemos no solo en lo que damos y en cómo damos, pero también en por qué lo damos. El solo hecho de hacernos sentir mejor (y libera nuestra bodega al mismo tiempo), no significa que sea lo mejor para aquellos que necesitan. Quizá deberíamos mirar un poco más hondo en nuestros corazones y en nuestos billeteros cuando podemos decir, No tengo dinero para dar a los pobres, pero tengo muchas cosas. ¿Quizá tendríamos que comprar menos cosas, para tener más para dar?
“No estamos dando lo que se nos llama a dar, a menos que el hecho de dar afecta nuestra manera de vivir — que afecta lo que ponemos en nuestra mesa y dónde instalamos nuestro hogar y que clase de ropa llevamos. Dar lo que nos sobra es algo fácil; El Dar Sacrificial es la donación de amor que cambia cómo usted vive — porque el amor de Cristo le ha transformado. Dios no quiere lo que le sobra. Dios quiere sus acciones de amor, sus cosas primeras, porque Él es su primer amor.” -Ann Voskamp
Durante los años ha habido tiempos que jadeado y sonreído con alegría al ver las bellas cosas que he triado y empaquetado para los más pobres. Cuando damos lo mejor que tenemos, estamos viviendo a nuestro mejor nivel. Estamos diciendo con nuestra donación, usted tiene valor. Estamos susurrando con nuestro donativo, usted merece lo mejor. Tenemos la oportunidad de comunicar una autoestima cuando damos con generosidad.
Es una promesa para ellos.
Es una promesa para nosotros.
El que se compadece del pobre, a Jehová presta, y lo que ha dado, Él se lo volverá a pagar..”- Proverbios 19:17
La próxima vez que tengamos la oportunidad de compartir lo que tenemos con alguien que esté en necesidad, demos algo de la pila de cosas que queremos guardar, no de las cosas que queremos botar.