Friday, December 13, 2013

Nueve Paradojas


MATEO 5:1-12
NUEVE PARADOJAS


El mundo diría:
¡Qué suerte tiene aquel que puede andar con la cabeza en el aire!
¡Qué suerte tiene aquel que nunca tiene razones para llorar!
¡Qué suerte tiene el que no tiene que obedecer a nadie ni someterse, sino puede dominar toda situación!
¡Qué suerte tiene el que se puede sentir satisfecho de sí mismo!
¡Qué suerte tiene aquel a quien nunca le ofenden, y que nunca tiene nada que perdonar!!
¡Qué suerte tiene aquel que puede aprovechar de la vida en todos sus sentidos, disfrutando de todos los deleites que el mundo puede ofre­cerle!
¡Qué suerte tiene el que puede reaccionar impunemente a los que le ofenden!
¡Qué suerte tiene el que está aprobado por todo el mundo!

Y Jesús dice el contrario.
¡Qué suerte tiene aquel que se reconoce a sí mismo como siendo pobre!
¡Qué suerte tiene aquel sabe llorar, y lo hace!
¡Qué suerte tiene el que sabe ser manso, someterse a los demás y a las situaciones que Dios le da!
¡Qué suerte tiene el que se siente afligido por la falta de justicia en su propia vida!
¡Qué suerte tiene aquel ha aprendido a perdonar, y ser bondadoso hacia aquel que le ha ofendido!
¡Qué suerte tiene aquel que sabe elegir lo que aprovechará en la vida, siguiendo el camino de la pureza y de una conciencia limpia!
¡Qué suerte tiene el que hace la paz con sus propios enemigos, y que hace la paz entre los demás también!
¡Qué suerte tiene el que tiene todo el mundo en contra, pero que tiene la favor de Dios!







MATEO 5:3

LOS POBRES EN ESPÍRITU


"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos."


            Este sermón del monte parece ser un resumen de una parte importante de la enseñanza de Jesús.  Un resumen que Jesús mismo hizo en un solo sermón.  Matthew Henry ha sugerido que era un sermón basado en la primera parte del texto de Mateo 4:17:
"Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado"
puesto que este sermón explica qué es el arrepentimiento.
La segunda mitad del texto, lo del reino de los cielos, se desarrollará en las parábolas del reino.
Es interesante que la ley de Moisés fue dada también en una montaña.  Sin embargo, se puede notar varias diferencias:
1) Entonces, habló con trueno y relámpagos; esta vez habló en una voz suave. 
2) Entonces, la gente tenía que guardar sus distancias de la montaña.  Esta vez, les invita a acercarse.
Este discurso se dirige a los discípulos en particular, pero fue oído por toda la muchedumbre (7:28).
Es interesante ver también cómo el Antiguo Testamento termina con una maldición, y el Evangelio empieza con una bendición ("Bienaventuranza" significa lo mismo que "bendición".)
La idea general del mundo es bastante distinta de estas bienaventuran­zas.  La gente piensa:  "Bienaventurados aquellos que son ricos, y grandes, y honrados en el mundo;  pasan sus días riendo, y sus años en diversiones; comen la grasa, y beben lo dulce, y todos se inclinan hacia ellos;  (qué felices son!  Todo lo que hacen les sale bien."  El Señor Jesús rectifica esta idea.

La primera bienaventuranza quita el desaliento a los débiles y a los pobres que reciben el evangelio, demostrándoles que serán felices y honrados, ahora y en la eternidad.

¿Qué significa "pobres en espíritu"?


I.       No se trata de cobardía y temor servil. 2 Timoteo 1:7
1.      Esto es pecado
2.      Es una trampa
3.      Es sujetarse a los deseos de los hombres

II.    No se trata de su condición económica, necesariamente.
1.      En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios se llama "afligidos", "miserables", "los menesterosos", "sus prisioneros" "necesita­dos", (Sal. 40:17; 69:29-33; Is. 41:17)
2.      Y se ve que los enemigos de Dios pueden llegar a ser ricos y prósperos  (Sal. 73; Stg. 2:5; 2 Co. 6:10)
3.      Pero en textos como Is. 61:1 y 66:2, no parece referirse la pobreza a las circunstancias temporales, sino a un estado mental.
4.      Aquí se trata más bien de pobres en espíritu

III. Se trata de la abnegación de sí mismo
1.      Aceptando la pobreza como siendo una manifestación de la gracia de Dios, tanto como la prosperidad (Job 1:21)
2.      Ser como niños en nuestra opinión de nosotros mismos, renunciando al orgullo (Mt. 18:4; 19:14)
3.      Valorizar a los demás más que a nosotros mismos (Fil.2:3)
4.      Reconocer la grandeza de Dios y nuestra pequeñez; la santidad de Dios y nuestro pecado  (¡Ojo!  Esto no significa decir como en el coro, "sé que soy nada..." puesto que Dios nos hizo a su imagen)
5.      Depender sólo del mérito de Cristo para nuestra justificación y del Espíritu y de la gracia de Cristo para nuestra santificación.
6.      El espíritu quebrantado y el corazón contrito y humillado  (Sal. 51:17) es lo que complace al Señor. Es así que se acercó el publicano a Dios en contraste con el Fariseo (Lc 18:10ss).
7.      Se trata de aquella humildad que sabe negarse a sí mismo (Mr. 8:34)

IV. Son Bienaventurados
1.      Bienaventurados ahora, en este mundo ya
a.       (Cuán miserable aquel que hace del dinero su meta, su ídolo!
b.      (Cuán miserables son muchos ricos!
c.       (Cuán miserables son muchos pobres que se quejan! (No lo son en "espíritu": son orgullosos y así no aceptan su pobreza)
d.      Estos son bienaventurados porque pertenecen al Señor.
e.       Son bienaventurados porque reciben más gracia.
f.       Son bienaventurados: pueden vivir fácilmente consigo mismo, y los demás encuentran fáciles de vivir con ellos también.
2.      Bienaventurados porque "de ellos es el reino de los cielos"
a.       Bienaventurados no sólo porque tendrán, sino que ya tienen el reino de los cielos.
b.      Sólo ellos son dignos de ser miembros de la iglesia del Señor
c.       Aceptan lo que dice Dios humillándose: serán exal­tados.
3.      La bienaventuranza de aquellos es eterna.  (Qué bien tener una esperanza eterna!  Si tienes poco ahora, es bueno saber que durante la eternidad tendrás mucho.  Si tienes mucho, ahora, es triste pensar que es temporal, y durará poco, a menos que lo usas para el Señor.

Sí, esta bienaventuranza parece ser una contradicción de la realidad, pero en efecto, es la realidad.  Quienes no la reconocen andan en un mundo imaginario de vanidad, que no producirá nada para ellos.
Hay que analizar nuestro sistema de valores.  ¿Qué es lo más importante para ti?  Lo que te hace más feliz es lo que más valoras.  Esto es lo que demuestra si eres uno de los “pobres en espíritu”.  Es lo que determina si eres uno de los bienaventurados, uno de los felices del Señor.  Si no lo eres, toma ahora, ya, la decisión de cambiar tu sistema de valores.

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