Friday, March 25, 2016

Romanos 9:1-5 Una Carga Por Las Almas

Romanos 9:1-5
Una Carga Por Las Almas

"Cuando podemos permanecer satisfechos de utilizar los medios para salvar las almas sin verdaderamente verlas salvas, o sin estar profundamente contristados, y cuando podemos al mismo tiempo hablar con toda tranquilidad de dejar aquello a Dios, utilizamos una verdad para cubrir y excusar una mentira; porque nuestra habilidad de dejar la cosa así no es, como imaginamos, el resultado de la sumisión a Dios, sino la indiferencia en cuanto a la salvación de las almas con las cuales tenemos que ver.  No, en verdad, cuando el corazón está verdadera­mente decidido a obtener una cosa, tiene que obtenerla, o quebrantarse cuando la pierda.
"Aquél que salvó nuestras almas nos ha enseñado a llorar por aquellos que no son salvos.  Señor, ¡haz que este pensamiento esté en nosotros, que estaba en ti!    ¡Danos lágrimas para llorar; porque Señor, nuestros corazones son duros para con nuestros semejantes.  Podemos ver a millones perecer alrededor nuestro, y ni siquiera nos molesta en nuestro sueño; ninguna visión de su suerte terrible nos espanta; ningún grito de sus almas perdidas transforma nuestra paz en amargura.
"Nuestras familias, nuestras escuelas, nuestras iglesias, sin hablar de nuestras ciudades, nuestro país, nuestra misma planeta debería empujarnos a nuestras rodillas cada día; porque la pérdida de una alma es más terrible que lo que podemos concebir.  El ojo no ha visto, ni el oído ha oído, ni tampoco ha entrado en el corazón del hombre, lo que una alma en el infierno tendrá que aguantar para siempre.  Señor, danos esa entrañable misericordia.

"¡Qué misterio! ¡El alma y la eternidad de un hombre dependen de la voz de otro!"

No sé de quien viene esta cita, pero creo que sería Charles Spurgeon.

Es un hecho real que el alma de nuestro prójimo es nuestra responsabilidad.  No podemos permitirnos el lujo de tomar la actitud de Caín, que preguntó" "¿Soy acaso el guardián de mi hermano?"

La actitud de Pablo hacia las almas perdidas puede sugerirnos que:

  • Tenemos una responsabilidad
  •  Hay una laguna en nuestro evangelismo
  •  Hay posibilidades infinitas para el futuro


I.          Tenemos una responsabilidad v.3
1.         "por amor a mis hermanos" - nuestras familias, nuestros vecinos, los de nuestro país
2.         Es por ellos que estamos todavía en el mundo
3.         Nosotros estamos aquí porque alguien nos habló, y alguien oró por nosotros. ¡Alguien reconoció su responsabilidad!
4.         Pablo se sintió responsable hacia aquellos a quienes Dios había hecho una promesa.
5.         La promesa a todos: "todo aquel que cree" (Jn. 3:16); y "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37).
6.         ¿Qué responsabilidad tienes, o sientes, hacia aquellos de tu entorno?


II.        Hay una laguna en nuestra evangelización
1.         Evangelismo sin oración
2.         Actitud materialista
3.         Demasiado despreocupados (Gn. 6:2; 2 Co. 9:6; Sal. 26:4-6)
4.         Desobediencia (sustituyendo métodos humanos por métodos bíblicos)
5.         No nos molesta que tanta gente sea enemigo del evangelio.
6.         No tenemos este ardor poderoso de Pablo y de Moisés (Ex. 32:31-32)
7.         George Whitefield, al siglo XVIII, sintió la fuerte necesidad de dedicarse a la oración y al ayuno en su carga intensa por las almas perdidas.  Estaba preocu­pado por ellas día y noche. Muchedumbres vinieron a oírlo y personas empezaron a interrumpir las reuniones llorando y confesando sus pecados.
8.         Pidamos a Dios que nos dé esta carga para las almas.

III.       Hay posibilidades infinitas para el futuro
1.         Dios utilizó a Pablo, con su carga.
2.         Dios no menosprecia la oración de un corazón quebrantado.
3.         Él quiere utilizarnos si sólo estemos dispuestos a ponernos en su camino.
4.         Tenemos una "deuda" (Ro. 1:14) y ¡ya tenemos lo que necesitamos para empezar a pagarla!
5.         ¿Qué estás haciendo ahora para aprovechar las posibilidades que Dios te ha dado para alcanzar las almas para él?


¿Hasta cuál punto nos preocupa la suerte de las almas perdidas? Pidamos al Señor que nos dé la misma compasión que Pablo tuvo, y que Jesús mismo demostró, y vamos con amor en nuestros corazones, "a las salidas de los caminos, por las plazas y las calles de la ciudad, por los caminos y los vallados" (Mt. 22:9; Lc 14:21,22) y forzámoslos a entrar, para que la casa de Dios sea llena.