Wednesday, July 9, 2014


PARA QUE NO CODICIEMOS COSAS MALAS

1 Corintios 10:1-22


Cuando leemos el Nuevo Testamento, aprendemos que somos bajo un nuevo régimen.  Ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia.  Las leyes dadas a Israel no se aplican a nosotros.  No hemos de ofrecer sacrificios, ni circuncidarnos; no hemos de respetar normas particulares en cuanto a no comer ciertas cosas.  Tampoco nos gobernamos conforme a las leyes de gobierno del Antiguo Testamento.

¿Por qué, pues, tenemos todavía el Antiguo Testamento?  Este capítulo nos lo dice.  Es para servir de ejemplo, y para impedir que deseemos cosas malas.  En el capítulo 10 vemos unos ejemplos de cosas malas que no debemos desear: idolatría; fornicación; murmullos…  Y luego nos da la razón por la cual no hay que desearlos.


I.       Por el ejemplo del Antiguo Testamento  (v.11)
1.      Ejemplo de pecados “espirituales” (idolatría)
2.      Ejemplo de pecados “morales” (fornicación)
3.      Ejemplo de pecados “psíquicos” (murmurar)
4.      En cualquier caso, el pecado es pecado.  Es rebelión contra Dios.  En el Antiguo Testamento fue severamente castigado.  No es menos serio en el Nuevo, aun si no vemos necesariamente el castigo enseguida.

II.    Por la salida que el Señor nos da (v.13)
1.      La tentación es humana, y sólo humana:
a.       Que no digan: “El Señor me ha tentado”
b.      Que no digan: “Fue el diablo que me hizo hacer eso”
2.      Dios pone límites a la tentación
3.      Hace muchos años el parlamento británico pasó una ley, impulsado por un Sr. Plimsoll, que exigía que cada barco tuviese una marca pintada, mostrando el límite a donde el agua podía subir sin peligro.  Si el agua subía más, es que el barco estaba demasiado cargado.  Lo llamaron “la línea Plimsoll”. Dios también nos ha puesto “una línea Plimsoll”, que él mismo vigila, y él conoce nuestros límites.
4.      Dios da una salida
a.       A veces la mejor salida es ¡huir! 2 Ti. 2:22
b.      Un niño quería ahorrar dinero para comprarle un regalo a su mamá.  Pero era difícil porque cuando pasaba el vendedor de helados por la calle tenía una tentación terrible de comprar.  Una noche su mamá le oyó orando: “Por favor, Señor, ¡ayúdame a huir cuando se acerca el vendedor de helados!”.
5.      Pero hemos de cuidarnos de no estar demasiado seguros de nosotros mismos (v.12).  Hay una especie de zorro en Suramérica que corre más rápido que cualquier otro animal.  Por tanto, no tiene la mentalidad de huida constante.  Sabe que en poco tiempo puede perder sus perseguidores.  Pero es fácil de atrapar, porque los hombres lo persiguen a caballo, siguiendo su rastro.  Por ser tan rápido, no duda en dejar de correr dentro de poco, y descansar.  Entonces halla el lazo de los perseguidores alrededor del cuello.

III. Por la Santa Cena que tomamos (v.16-23)
1.      Que no vivamos una contradicción
a.       Por la Santa Cena nos identificamos a Cristo
b.      Nuestras acciones pueden identificarnos al pecado
2.      Que no obliguemos al Espíritu Santo a estar involucrado con lo que no es santo
3.      Es la ventaja de tomar la Santa Cena con frecuencia: recordar quiénes somos, frente al pecado. 
4.      Pero es el peligro de tomarla sin pensar en su significado.

Como creyentes, debemos odiar el pecado; debemos huirlo.  Es algo horrible, y esto se hace evidente al mirar los ejemplos negativos del Antiguo Testamento. Debemos evitarlo porque no estamos obligados a pecar.  Tenemos al Señor con nosotros para darnos una salida a la tentación.  Debemos evitarlo porque es una contradicción total de todo lo que profesamos, y deshonra al Señor que nos salvó, comprándonos y liberándonos del mismo dominio del pecado.


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