PARA QUE NO CODICIEMOS COSAS MALAS
1 Corintios 10:1-22
Cuando leemos el Nuevo Testamento, aprendemos que somos bajo un nuevo
régimen. Ya no estamos bajo la ley, sino
bajo la gracia. Las leyes dadas a Israel
no se aplican a nosotros. No hemos de
ofrecer sacrificios, ni circuncidarnos; no hemos de respetar normas
particulares en cuanto a no comer ciertas cosas. Tampoco nos gobernamos conforme a las leyes
de gobierno del Antiguo Testamento.
¿Por qué, pues, tenemos todavía el Antiguo Testamento? Este capítulo nos lo dice. Es para servir de ejemplo, y para impedir que
deseemos cosas malas. En el capítulo 10
vemos unos ejemplos de cosas malas que no debemos desear: idolatría; fornicación;
murmullos… Y luego nos da la razón por
la cual no hay que desearlos.
I.
Por el ejemplo del Antiguo Testamento
(v.11)
1. Ejemplo de pecados
“espirituales” (idolatría)
2. Ejemplo de pecados “morales”
(fornicación)
3. Ejemplo de pecados
“psíquicos” (murmurar)
4. En cualquier caso, el pecado
es pecado. Es rebelión contra
Dios. En el Antiguo Testamento fue
severamente castigado. No es menos serio
en el Nuevo, aun si no vemos necesariamente el castigo enseguida.
II.
Por la salida que el Señor nos da (v.13)
1. La tentación es humana, y
sólo humana:
a. Que no digan: “El Señor me
ha tentado”
b. Que no digan: “Fue el diablo
que me hizo hacer eso”
2. Dios pone límites a la
tentación
3. Hace muchos años el
parlamento británico pasó una ley, impulsado por un Sr. Plimsoll, que exigía
que cada barco tuviese una marca pintada, mostrando el límite a donde el agua
podía subir sin peligro. Si el agua
subía más, es que el barco estaba demasiado cargado. Lo llamaron “la línea Plimsoll”. Dios también
nos ha puesto “una línea Plimsoll”, que él mismo vigila, y él conoce nuestros
límites.
4. Dios da una salida
a. A veces la mejor salida es
¡huir! 2 Ti. 2:22
b. Un niño quería ahorrar
dinero para comprarle un regalo a su mamá.
Pero era difícil porque cuando pasaba el vendedor de helados por la
calle tenía una tentación terrible de comprar.
Una noche su mamá le oyó orando: “Por favor, Señor, ¡ayúdame a huir
cuando se acerca el vendedor de helados!”.
5. Pero hemos de cuidarnos de
no estar demasiado seguros de nosotros mismos (v.12). Hay una especie de zorro en Suramérica que
corre más rápido que cualquier otro animal.
Por tanto, no tiene la mentalidad de huida constante. Sabe que en poco tiempo puede perder sus
perseguidores. Pero es fácil de atrapar,
porque los hombres lo persiguen a caballo, siguiendo su rastro. Por ser tan rápido, no duda en dejar de
correr dentro de poco, y descansar.
Entonces halla el lazo de los perseguidores alrededor del cuello.
III.
Por la Santa Cena que tomamos (v.16-23)
1. Que no vivamos una
contradicción
a. Por la Santa Cena nos
identificamos a Cristo
b. Nuestras acciones pueden
identificarnos al pecado
2. Que no obliguemos al
Espíritu Santo a estar involucrado con lo que no es santo
3. Es la ventaja de tomar la
Santa Cena con frecuencia: recordar quiénes somos, frente al pecado.
4. Pero es el peligro de
tomarla sin pensar en su significado.
Como creyentes, debemos odiar el pecado; debemos
huirlo. Es algo horrible, y esto se hace
evidente al mirar los ejemplos negativos del Antiguo Testamento. Debemos
evitarlo porque no estamos obligados a pecar.
Tenemos al Señor con nosotros para darnos una salida a la tentación. Debemos evitarlo porque es una contradicción
total de todo lo que profesamos, y deshonra al Señor que nos salvó,
comprándonos y liberándonos del mismo dominio del pecado.
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