¿CUÁL ES
TU DON?
1 Corintios 12
vv. 4, 5, 6,
7, 11, 12, 13, 14
¿Sabes cuál es tu don? ¿Te preocupa el hecho que quizá no tienes
don, o ministerio en la iglesia? Nadie
quiere sentirse inútil; todos quieren que los demás aprecian lo que son y lo
que puedan hacer. Eso es normal. Y cuando somos miembros de una iglesia, no
queremos sentir que no servimos para nada. Hay varias maneras de ver esto. Podemos esperar a que los demás nos den algo
para hacer, pero el problema es que normalmente solo confiarán tareas a
aquellos que ya hacen algo. O podemos
buscar dónde podemos servir y aplicarnos a servir a los hermanos. O, podemos pensar que no hay nada que podemos
hacer: no tenemos un ministerio. La
verdad, sin embargo, es que tú tienes un ministerio en esta iglesia. Dios te ha dado un ministerio. La cuestión es si lo estás ejerciendo, y, si
no, ¿por qué no?
Cada cristiano debe reconocer que tiene su
ministerio en la iglesia local por las razones que Pablo expone en 1 Corintios
12.
I.
No hay nadie de la familia de Dios que no tenga el Espíritu Santo (v. 3,13)
1.
No podrían tener a Cristo como Señor sin el Espíritu Santo (v.3)
a. Cada uno es bautizado del
Espíritu, y cada uno es “empapado” del Espíritu Santo. ¡No puedes tener más del Espíritu de lo que
tienes ya! (v.13)
b. Por esto aprendemos en
Colosenses 2:10 que todos somos completos, o lo tenemos todo plenamente, en
Cristo.
c. Que nadie te diga que te
falta el Espíritu Santo, o que te falta alguna experiencia del Espíritu Santo
para ser completo.
2.
Puede ser que el Espíritu Santo quiera tener más de ti (plenitud del
Espíritu), pero tú no puedes tener más del Espíritu Santo.
3.
Pablo nunca dijo que los creyentes necesitaban más poder. Dijo que tenían que entender mejor el poder
que tenían. (Ef. 1 y 3)
4.
El secreto para tu fuerza y utilidad cristiana es esa: No piensas en
que te falte alguna cosa; piensa en lo que tienes según la Palabra de Dios,
créelo, y aprovéchalo para servir al Señor.
II.
No hay nadie en la familia de Dios que no tenga algún don (v.7, 8-10)
1.
“A cada uno le es dado” - No
deja lugar para excepciones aquí
2.
Hay diversidad de dones, ministerios, y operaciones
3.
Puede ser que tu don no se halle en una lista ni aquí ni en Romanos 12;
puede ser que forzándolo un poco, puedas identificar tu don a alguno de
ellos. No importa: son ejemplos, nada
más.
4.
Es seguramente más importante que Dios reconozca tu don que el hecho
que tú lo reconozcas.
5. ¿Sabes cuál es tu don? Si no, y
si eso te preocupa, ¿por qué no preguntas a otros que te conocen bien que te
ayuden a identificar el don que tienes?
III.
Los dones son dados para que sirvamos a los demás (v.7)
1.
El don no es simplemente decorativo: tiene un propósito (véase también
1 Pedro 4:10-11). Es por eso, que la
Biblia no dice sólo que tienes un don, sino que tienes un ministerio. ¿Lo estás ejerciendo?
2.
Lo que interesa más no es cuál don tienes, sino qué haces para el Señor
y para los demás con tu don.
3.
Si la Iglesia no saca algún provecho de ti, puede ser que tu don se
esté despilfarrando.
4. Puede ser que tu don sea uno de compasión; o uno de servicio práctico
(hay algunos que siempre saben cómo servir en una manera práctica); puede ser
que sea un don de liberalidad, en que el Señor te ayuda a organizar tus cosas
en una manera en que siempre encuentras algo más a darle.
5. Puede ser que tu don sea una aflicción que hayas tenido o que vives en
este momento. En alguna iglesia, por ejemplo, muchas personas han tenido serias
depresiones clínicas. El hecho de haber
padecido eso puede ser un don: puede ser un medio por el cual tú puedes
comprender y ayudar a otro que pasa por lo mismo, sin juzgarlo. Por tanto, puedes dar gracias por este don, y
utilizarlo para el Señor y para tus hermanos.
6.
Examina en qué manera has servido a tus hermanos en la Iglesia
últimamente. Y a los que no son de la iglesia.
¿En qué manera les podrías servir?
Pida al Señor que te ayuda a servir a los demás, no en la manera en que tú
quieres, sino en la manera en que él te encuentra útil.
IV.
No hay don exclusivo (v.4, 18-21, 28-31)
1. Hubo en Corinto algunas personas que pensaban que si no tenías cierto
don, no tenías el Espíritu Santo. Puede
ser que hubo un poco de rivalidad entre los que tenían ciertos dones.
2.
Para uno, la prueba que tenían el Espíritu Santo es que podía hacer
milagros; para otro era que podía hablar en lenguas que el Señor le había
dado. Tales consideraban que si otros no
tenían el don que tenían ellos, no tenían la manifestación del Espíritu Santo.
3.
El don que tienes, o que piensas que tienes (porque te puedes
equivocar) es una cosa. El hecho que la
Biblia dice que tienes el Espíritu Santo, y que dice que tienes ya algún don,
es otra cosa.
4.
Ningún don puede excluir a quien no lo posea. Decir lo contrario sería añadir algo a la
Palabra de Dios, al detrimento de la iglesia.
V.
Nadie debe atribuirse más o menos importancia por el don que tiene
(v.21-27)
1.
A veces caemos en la trampa de pensar que no valemos mucho porque no
tenemos el mismo don que otra persona.
2.
Mi experiencia cuando estaba sacando la basura en el Instituto Bíblico:
pensaba que quisiera tener el don de reunir miles de personas para predicarles
el Evangelio, o de poder cantar en una manera que muchos quisieran escuchar, y
así poder comunicarles el Evangelio.
Pero me di cuenta de que Dios ya me había dado la habilidad de sacar la
basura, y de limpiar el contenedor: y eso debía hacer lo mejor que podía, para
él.
3.
Pablo compara los dones en la iglesia con las funciones del cuerpo
humano. Es cierto que solemos hacer más
caso y más demostración de los aspectos menos útiles de nuestro cuerpo. Alguien puede pasar horas delante del espejo
cuidando el pelo – y sabemos que hay más publicidad en la tele sobre el cuidado
del pelo que sobre el cuidado de los riñones.
4.
El hecho que tu don no sea algo muy conocido, o muy público, no resta
importancia a ello.
Pablo estaba, y
el Señor está todavía, mucho más interesado en nuestras actitudes que en
nuestros dones. Estaba de acuerdo que
nos interesemos en los dones, y en poder servir mejor, pero quería que
entendiéramos que lo importante era servir, y servir con una buena
actitud. Cuando habló de “un camino más
excelente” al final del capítulo, se refería al amor, que se describe en el
capítulo 13.
¿Quieres ser útil en la
iglesia? Deja, pues, de mirarte a ti
mismo, y mira alrededor de ti. ¿Cuáles
son las necesidades? ¿Qué puedes hacer para ayudar? Aplícate a echar una mano donde hace falta, y
si tú no llegas a ver cuál don tienes, los demás sí lo notarán.
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