La Cabeza y el Cabello
1 Corintios 11:2-16
Conforme
a una promesa que hice al Señor, según la cual nunca predicaré ni enseñaré nada
que no pueda demostrar claramente con la Palabra de Dios, me niego a predicar
sobre este texto en su globalidad. Sin
embargo, puesto que personas con diferentes opiniones se preguntan cómo alguien
puede tener una opinión contraria, intentaré exponer, por vuestra información,
algunas de las razones por los distintos puntos de vista sobre las cuestiones
tratados aquí. Por otro lado en aquellos
puntos en los cuales tengo convicción clara y bíblica, intentaré dar alguna aplicación
práctica.
Las cuestiones que hay que tratar son las
siguientes:
1) ¿Tiene el hombre la misma
posición hacia la mujer que Cristo tiene hacia el hombre? (v.2)
2) ¿Es obligatorio, hoy en día,
que la mujer tenga la cabeza cubierta? (v.5)
3) ¿Es pecado para el hombre
tener el pelo largo, o para la mujer tener el pelo corto? (v.14-16)
Tratémoslas, pues.
Y empezaremos con la primera pregunta.
1.
¿Tiene el hombre la misma posición hacia la mujer que
Cristo tiene hacia el hombre? (v.2)
La misma lógica nos enseña que la posición del
hombre hacia la mujer no es la misma que la posición de Cristo hacia el
hombre. Porque Cristo es Señor absoluto,
y no hay nada de absoluto en cuanto al hombre.
Pero ¿qué significa el texto?
Examinemos bien lo que dice.
a) Cristo es la cabeza de todo
varón
b) El varón es la cabeza de la
mujer
c) Dios es la cabeza de Cristo
Cristo, como cabeza de todo varón, es Señor absoluto
del varón. Pero también es su jefe. Digo también, porque un simple jefe no es necesariamente
absoluto. Sabemos que en este caso, lo
es, pero el texto no trata necesariamente de eso.
Cuando decimos que Dios es la cabeza de Cristo, no
decimos que es superior en esencia a Cristo, puesto que Cristo es Dios, y los
dos son iguales. Se trata, por tanto, de
orden. Cristo, en la tierra, dijo que se
sometía a su Padre en todo: que hacía la voluntad de su Padre.
El varón es la cabeza de la mujer. Vino primero en el orden de la creación, y
Dios le ha dado la responsabilidad de liderazgo. Pero no es señor absoluto; no tiene la
posición de Dios hacia la mujer. En el
v. 11, leemos: “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin
el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de
la mujer; pero todo procede de Dios”.
Por tanto, no fue la intención de Pablo que se
comparasen esas relaciones en todos los sentidos. Y si se comparan, debemos recordar que
Cristo es igual con Dios, y, por tanto, la mujer tiene igualdad con el hombre.
2.
¿Es obligatorio, hoy en día,
que la mujer tenga la cabeza cubierta? (v.5)
Hay dos posiciones distintas sobre esto, y los
argumentos dados, que compartiremos a continuación, son débiles. Una cosa es clara, sin embargo: Se trata de los cultos de la iglesia. Además, se trata de la manera de ser cuando
ora o profetiza en la iglesia.
“Todo varón
que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo
mismo es que si se hubiese rapado.”
(11:4,5).
Pablo dice esto en el contexto de que la cabeza de
la mujer es el hombre, y la cabeza del hombre es Cristo.
¿Qué, pues, significa para el hombre y la mujer de
hoy?
En primer lugar, sabemos que tradicionalmente, el
hombre siempre ha tenido la tendencia a descubrirse por respeto en cualquier
lugar de culto, o cuando iba a orar, o en presencia de un entierro. Por otro lado, los hombres también solían
descubrirse al entrar en una casa, en presencia de una mujer, o en presencia de
alguien de clase superior. Se dice que
esto tiene sus orígenes en la edad media, cuando un hombre solía salir con un
casco protector, para el caso de combate, y cuando lo quitaba, expresaba su
vulnerabilidad, o su estado inofensivo.
Esto habría seguido haciéndose cuando los cascos protectores dejaron de
utilizarse. Pero eso no tiene nada que
ver con nuestro texto. La pregunta
permanece si el hecho que los hombres se descubren en un lugar de culto está
relacionado con este texto.
En segundo lugar, las mujeres siempre han mantenido
la cabeza cubierto, hasta en estos últimos años. Por tanto, para llevar algo en la cabeza en
un lugart de culto ha sido bastante normal.
Sin tener algo en la cabeza, no se sentían completamente vestidas. Se podría atribuir esto a la moda.
Ahora bien, ¿cuál es la implicación espiritual? ¿Hay una razón espiritual, o moral, por la cual el hombre siempre tiene que descubrirse, y la mujer siempre tiene que estar cubierta
durante un culto? Obviamente, si es lo
que ordenan las Escrituras, hay una razón espiritual de hacer así: se trata de
obediencia.
Algunos han dicho que puesto
que “en lugar de velo le es dado el cabello” (v.15), por tanto, una mujer que
mantiene el cabello largo no necesita cubrirse la cabeza. El fallo en este argumento, sin embargo, es
que Pablo invita a aquellas que no quieren llevar velo a raparse la cabeza
(v.6). El cabello no es para reemplazar
el velo, sino para poner el último toque de modestia. El cabello largo, que las mujeres solían
llevar, era la prueba que debían también llevar el velo.
Lo que queremos saber, pues, es si este orden se
aplica a los hombres y mujeres de hoy en día, o si era una cuestión puramente
cultural.
Cuestión cultural:
En Corinto, y en el mundo europeo de aquel tiempo,
una prostituta solía ir, no sólo con la cabeza descubierta, sino también con la
cabeza rapada. Por esta razón, Pablo
dice que si la mujer lleva la cabeza descubierta, bien podría rapársela. Las demás mujeres solían llevar la cabeza
cubierta, por modestia, y para mostrar su distanciamiento con la licencia. Obviamente, debía haber mujeres que no eran
prostitutas, pero que, queriendo mostrare “modernas” no se cubrían la cabeza.
Una cristiana podría considerarse libre de estas tradiciones, y, por tanto,
negarse a cubrir la cabeza. Pero si lo
hacía, daba un mensaje equívoco. Parece
que algunas asistían en los cultos así, y hasta intervenían en los cultos, sin
tener la cabeza cubierta. Igual como lo harían las sacerdotas en los templos de Corinto, que servían de prostitutas sagradas. Causaban
escándalo, y Pablo tuvo que tratar esto.
Además, era una falta de respeto hacia sus maridos, porque indicaban que
estaban casadas con el templo donde la prostitución sagrada se ejercía. Lo que llevaba en la cabeza, pues, era una
señal de que era bajo la autoridad de su marido, y que no era una
libertina. (v.10)
Ya que hoy en día no tenemos ni prostitutas sagradas,
ni tampoco el principio de que prostitutas salen sin tener la cabeza cubierta,
en oposición a las demás mujeres, muchos creyentes consideran que la cuestión
no se aplica a nuestra cultura hoy en día, que hay que aplicar más bien el
principio de no escandalizar, de no intentar llamar la atención. La expresión “por causa de los ángeles” se
referiría simplemente al hecho que los ángeles observan la Iglesia para admirar
la gracia de Dios (Efesios 3:10; 1 Pedro 1:12).
Por otro lado, hay quienes consideran que la mención
de los ángeles quita el pasaje de su contexto cultural, y le da un valor
absoluto y permanente: que mientras haya ángeles, hay que observar este
precepto. Algunos han sugerido que es
una referencia al hecho que ángeles se habrían juntado con mujeres en Génesis
6, para producir una raza de gigantes, lo que habría la razón inmediata por el
diluvio. Esta última, sin embargo, es
una interpretación bastante fantasiosa del texto en Génesis.
Los que creen que la mujer debe seguir cubriéndose
en el culto, generalmente consideran que es para seguir mostrando el liderazgo
del hombre, en obediencia a Dios.
Los argumentos no me
parecen concluyentes, ni en un punto de vista ni en otro, y, por tanto, no
estaría en favor que se impusiera un punto de vista en ninguna iglesia. Aunque personalmente, mi tendencia es hacia el primer argumento.
Por otro lado, sí que podemos poner en práctica el
principio de evitar un escándalo, o un mal testimonio, o de dar un mensaje
equívoco. Si, por ejemplo, se asiste a
una iglesia donde las mujeres suelen cubrir la cabeza, sería normal seguir el
ejemplo, para no escandalizar. En la
misma manera, un hombre que no crea que sea necesario descubrirse, sabe que no
peca al descubrirse, y faltaría respeto hacia los demás si entrara al culto sin
descubrirse. En estos casos, se trata de
seguir la norma del amor, si no se cree que hay otras normas.
3.
¿Es pecado para el hombre
tener el pelo largo, o para la mujer tener el pelo corto? (v.14-16)
Aquí los mismos argumentos para el velo se
aplicarían. El pelo largo, tanto para el
velo, era la señal de que la mujer no era una prostituta. Por otro lado, no sabemos cuán largo es el
cabello largo, ni cuán corto es el cabello corto. Algunos han considerado que la mujer nunca
debe cortarse el pelo. Pero el
texto no dice esto. Otros consideran que es una cuestión
relativa: la mujer debería tener el pelo relativamente más largo que el hombre.
Parece, en realidad, que Pablo está utilizando este
hecho como una ilustración. Está
diciendo que consta que para la mujer dejarse crecer el pelo le es
honroso. Pero no está expresando que
esto es un principio necesario. Está
describiendo las cosas como son.
En una cuestión
totalmente aparte, se tendría que considerar si está bien para la mujer
parecerse a un hombre, o para un hombre parecerse a una mujer.
Conclusión:
Puesto que hay tantas
dudas en cuanto a la manera de entender este texto, es obvio que como cristianos
no hemos de juzgarnos los unos a los otros por la manera en que la
aplicamos. Si en una iglesia local se
considera que las mujeres deben cubrirse la cabeza, pues que lo hagan: no les
costará nada. Si en otra no se considera necesario, pues así sea, que cada
mujer ejerza su libertad en este caso, según su propia convicción. Pero que no utilice su libertad para
escandalizar a otros que lo ven distintamente.
Por otro lado, en una
iglesia donde se exige el velo a la mujer, deberían ser consecuentes. El texto habla de la mujer que profetiza
(habla de parte de Dios) y que ora (obviamente en voz alta). Si exigen el velo en todo el tiempo durante
el culto, pero prohiben la participación de las mujeres en voz alta, pues caen
en una seria contradicción que puede indicar una actitud más bien machista que
bíblica.
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