Thursday, February 27, 2014

MATEO 26:57-68 ACUSADO Y MALTRATADO


MATEO 26:57-68

ACUSADO Y MALTRATADO


            En este pasaje, vemos a Jesús viviendo en carne lo que él había predicado en el Sermón del Monte:  “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece.  Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias.  Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo.  Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes”[1] (Mateo 5:11-12).

            En la realidad, el relato que tenemos ante nosotros es uno de los más asombrosos que se podría imaginar: el Creador de los cielos y la tierra, el Soberano de todo, está llevado ante los tribunales de los hombres, acusado, y le escupen en el rostro, y le dan puñetazos.  ¡Difícil de imaginar!  Pero fue así, y nosotros hemos de aprender de ello.  “Como cordero fue llevado al matadero” dice Isaías (53:7).

            Como cristianos, hemos de aprender a valorar lo que Jesús sufrió allí durante su proceso.

I.              Fue humillado en nuestro lugar
1.                 Lo trataron peor que un animal.
2.                 Se burlaron de él, como a un perdedor.
3.                 Es extraño que nosotros, que no tenemos nada de que gloriarnos, seamos tan orgullosos; nos cueste tanto humillarnos, mientras que en el caso de Jesús, el Rey de reyes, él estuvo dispuesto no sólo a soportar esas humillaciones, sino también “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…” (Filipenses 2:7).
4.                 Cuando a nosotros nos humillen, debemos pensar en lo que mereceríamos.  También debemos recordar que habría para nosotros una humillación más terrible aún, en el día final, sino fuera por lo que el Señor quiso soportar en nuestro lugar.

II.           Fue juzgado en nuestro lugar
1.                 En su caso, un justo absolutamente injusto
a.                  Según el versículo 58, los mismos jueces buscaban falso testimonio contra Jesús.
b.                 En el versículo 61, han torcido palabras que Jesús había dicho hacía tres años.
c.                  En el versículo 62, ya que no tienen suficiente para condenarlo todavía, intentan hacerlo hablar para usar sus propias palabras contra él.
d.                 En el versículo 63, usan su autoridad para obligarlo legalmente a hablar.
e.                  En el versículo 65, después de que Jesús se ha proclamado como Mesías, no hay ningún intento de averiguar si ha cumplido las profecías: simplemente se regocijan de una ocasión de condenarlo.
2.                 En nuestro caso, un juicio totalmente justo.
a.                  Dios nos juzgará según su verdad.
b.                 Él sabe todo, y en cuanto a nosotros, toda boca será cerrada ante Dios.
c.                  Nosotros mismos reconoceremos que hemos pecado.
d.                 Se nos juzgará conforme a la ley y la justicia de Dios.
3.                 Pero el hecho que Jesús fue dispuesto a ser juzgado así por los hombres, fue para que pudiera llevar nuestro juicio: justamente para evitar que nosotros tuviéramos que ser juzgados.
4.                 Por esa razón, cuando empezamos a preocuparnos del juicio futuro, podemos preguntarnos: “¿acaso Jesús sufrió todo aquello en vano?” y dejar de preocuparnos.

III.        Fue afligido en nuestro lugar.
1.                 Sufrió puñetazos, le abofetearon, y le escupieron en el rostro.
2.                 Fue anticipo de lo que iba a sufrir en la cruz dentro de pocas horas.
3.                 Hasta durante su arresto había impedido que molestaran a los discípulos.
4.                 Recordemos, pues, lo que Jesús sufrió por nosotros, cuando hemos de ser afligidos en algo, y demos gracias a Dios que nos evitamos las tormentas terribles de la condena eterna, porque él llevó nuestra carga a la cruz.

            Ya que Jesús fue humillado en nuestro lugar, fue juzgado como un reo en nuestro lugar, y fue afligido en nuestro lugar, podemos estar tranquilos ante el futuro, al mismo  tiempo que estemos muy agradecidos por lo que él hizo por nosotros.  Deberíamos, por tanto, estar dispuestos a ser humillados por él en vez de tener vergüenza de llevar su nombre; deberíamos estar dispuestos a ser juzgados por el mundo, como el mundo lo juzgó a él; deberíamos estar dispuestos a sufrir junto con él frente al mundo, ya que nos evitó las terribles tormentas futuras.

“Por lo cual también Jesús, para santificar también al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.  Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”. (Hebreos 13:12-14).



[1] Trad.  Nueva Versión Internacional ©1999, Editorial Vida

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