Saturday, February 15, 2014

MATEO 21:28-46 ¿QUIEN SIRVE?


MATEO 21:28-46

¿QUIEN SIRVE?


Parábola de los dos hijos; Parábola de los labradores malvados.

Primera parábola:
El hombre:                  tiene derechos de mandar.  Pide un servicio.
Los dos hijos:             tienen la responsabilidad de obedecer
tienen la responsabilidad de servir
Primer hijo:                 Se rebela; rehusa de servir
Se arrepienta, acaba sirviendo.
Segundo hijo:             Se somete: acepta de servir, pero  no hace nada de lo pedi­do.  Sólo prome­tió sin actuar.

I.              Tenemos la obligación de servir.
1.                 El Señor, igual como aquel padre de familia, tiene derecho a mandar.
2.                 Nosotros, igual como aquellos hijos, tenemos la obligación de obedecer y de servir
3.                 El servicio cristiana no es una “opción” cristiana.  Es una parte integral del cristianismo, igual como el hacer parte de una familia incluye el hecho de compartir las responsabilidades familiares.
4.                 Si te dices cristiano, pero que no estés haciendo nada  para servir al Señor, deberías revisar tu profesión.

II.           No es la obediencia en apariencia sólo que se busca.
1.                 Jesús se dirigía a gente aparentemente: tenían una vida exterior que parecía limpia
2.                 Había también los rechazados de la sociedad: publicanos y rameras, considerados sin posibilidad ante Dios.
3.                 Los “aparentemente buenos” se negaron a arrepentirse y responder a la llamada de Jesús.
4.                 Los “malos” sí que se arrepintieron en gran número, y acudieron al Hijo de Dios.
5.                 No te fíes de tu profesión de piedad: examina tu vida interior, a ver si andas con el Señor, en humildad y amor.

III.        Una rebeldía inicial se puede perdonar si hay arrepentimiento luego.
1.                 No hay que pensar que por haber sido rebelde al Señor y haber vivido mal, que ya no hay posibilidades para ti.
2.                 A veces los “piadosos” que al fondo no obedecen al Señor son los primeros en rechazar a aquellos.  No comparten el corazón del Señor.  Lo que les interesa es su propia apariencia.
3.                 Hemos de cuidarnos de no rechazar a aquellos que el Señor está dispuesto a recibir.  Sería rechazar al mismo Señor.
4.                 Tienes de cuidarte de no rechazarte a ti mismo.  Si el Señor te llama a acudir a él, es porque Aquel que conoce los corazones está dispuesto a recibirte.  Tu vida pasada no cuenta: está borrada en la cruz.


IV.        Son las acciones y no las palabras que indican la verdadera obediencia.
1.                 A veces hacemos buenas resoluciones, y nos sentimos muy sinceros.  Hacemos el compromiso verbal de servir al Señor.
2.                 Tal compromiso es bueno, y necesario.
3.                 El peligro es sentirnos satisfechos con el compromiso expresado.
4.                 Una de las razones, a veces, es que los creyentes de alrededor expresan tanta satisfacción por el compromiso que hemos verbalizado, que empezamos a confundir las palabras por el hecho.
5.                 Lo que Dios busca en nosotros, son las verdaderas acciones.  Ni los buenos sentimientos, ni las buenas palabras, pueden tomar el lugar de acciones de obediencia.  Esas son lo que expresan lo que hay verdaderamente en el corazón.


Segunda parábola:
El hombre:                  Es dueño de la plantación, y también padre de familia.
Labradores:                Hacen la labranza para dar los frutos al dueño. Sin embargo deci­den rebelarse y guardar los frutos de la tierra del dueño para ellos mismos, y lo hacen con violencia.
Los siervos:                Enviados para buscar los frutos de la labranza.  Les golpean y matan.
El hijo:                                    Enviado por el dueño, con la esperanza de conseguir m<s respeto y sumisión: le matan a él también.
Otros labradores:                       Los que reciben la responsabilidad de la plantación en lugar de los primeros.

            Cada persona debe reconocer la soberanía de Jesucristo, Hijo de Dios, por las razones expuestas por Jesús en Mateo 21:33-46.

I.   En primer lugar, el hecho de haber recibido un encargo del Señor no significa que seas un siervo fiel del Señor, aceptado por él.
1.                 Saúl recibió el encargo de ser rey de Israel, pero fue rechazado del Señor en el fin.
2.                 Israel recibió el encargo de ser un testimonio de la Ley de Dios en el mundo, pero acabó siendo rechazado por el Señor.
3.                 Fueron rechazados por haber rechazado a los que el Señor les había enviado. 
4.                 Aunque hayas recibido un encargo del Señor, para poder servirle en alguna manera, eso no garantiza tu futuro con él.  Dios ha dado encargos a espíritus malignos en el pasado.

II.  En segundo lugar, Dios no está limitado para recibir la gloria que le es debido: si no se lo das tú, otro lo hará.
1.                 A vemos podemos pensar que somos el único recurso de Dios.  Eso ocurrió a Israel.
2.                 Ocurrió especialmente a los más religiosos de Israel.
3.                 Aun si somos la única iglesia evangélica en la ciudad, no significa que Dios sea obligado a nosotros, o dependiente de nosotros.  Él puede levantar a otra iglesia evangélica.


III.  Pueden ser las personas a quienes más desprecias que serán aceptados del Señor en tu lugar.
1.                 El hecho de no estar con el Señor ahora no excluye la posibilidad de que se arrepienten y sean recibidos por él. 
2.                 De hecho, esto ya ha ocurrido a muchos.  Los que eran considerados como los desechos de la sociedad han llegado a ser miembros productivos de las iglesias, y,
3.                 más importante, herederos del Reino de Dios.
4.                 Quizá algunos de nosotros tendrían que volver a considerar la manera en que vemos a los demás.  ¡Que no despreciemos a aquellos a quienes el Señor está dispuesto a recibir!
5.                 Estemos seguros que nos hemos arrepentido, y que estamos viviendo esta vida de arrepentimiento.

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