Friday, February 21, 2014

MATEO 26:17-30 ¿SOY YO, SEÑOR?

MATEO 26:17-30

¿SOY YO, SEÑOR?

         ¿Has sentido alguna vez que la gente te estaba apuntando el dedo, cuando en verdad, tendrían que haber sido designado ellos?  ¿O has oído una crítica dirigida a todos en general alguna vez, y te has preguntado a quien se dirigía?  Podías darte por aludido, por ser demasiado egocéntrico, pero podías también pensar en otros, por creerte mejor.  Muchas veces cuando un predicador da un mensaje práctico, alguien le habla a la puerta, diciendo:  "¡Qué buen sermón!  Lástima que tal o tal persona no estaba aquí: le iba tan bien";  o "¡Qué buen sermón!  Pude pensar en al menos cinco personas presentes a quien cabía perfectamente".  ¡Y quizá el predicador tenía a la misma persona en mente!  O al menos el Espíritu Santo se dirigía a aquella persona, pero sin éxito, porque la persona estaba demasiado ocupado apuntando el dedo a otros.

El texto que hemos leído en Mateo 26 nos muestra a los apóstoles que acaban de oír la cosa más espantosa:  Jesús, hablando de su próxima muerte, dijo que sería uno de ellos que le entre­garía.  ¿Cómo se lo iban a tomar?  ¿Con indignación?  ¿Con incredulidad?  ¿O tratando de adivinar al cuál de sus compañeros aludía Jesús?  En lugar de eso, empezaron a mirarse a ellos mismos, examinando sus propios corazones, preguntando cada uno al Señor si se trataba de él.  Ahora bien, el hecho mismo de hacer tal pregunta no demuestra que es culpable, como lo vemos en el texto.  Ni tampoco demuestra la inocencia de la persona, puesto que Judas mismo lo preguntó.  El pasaje sobre la Última Cena nos demuestra que cada uno de nosotros debe examinarse a sí mismo ante el Señor.

I.       Estando en comunión con el Señor v. 20  "se sentó a la mesa con los doce"
1.      Comunión = presencia juntos
2.      Comunión = comunicación 
3.      Comunión da la oportunidad al Señor de hablarnos y retarnos 
4.      Comunión nos da la posibilidad de preguntar al Señor
5.      Aplicación: ¿Estás en comunión con el Señor durante la semana?  ¿O acaso esperas al domingo? ¿o a la Santa Cena?  Él quiere "sentarse contigo" continuamente: en casa, a trabajo, en clase, en tu ocio...  Si estás en comunión con él, podrás examinarte a ti mismo con honestidad, porque él te ayudará, te guiará, y te hará ver la verdad sobre ti mismo, "y la verdad te hará libre".  Es un proceso continuo.

II.    Estando confrontado con su muerte en la cruz  (v.28 "mi sangre del nuevo pacto... derramada para remisión de los pecados")
1.      El anuncio de su muerte en la cruz hizo que los discípu­los se dudasen de sí mismo 
2.      Su muerte en la cruz te hará ver que eres pecador
3.      Su muerte en la cruz te hará querer evitar de ofenderle; por tanto le preguntarás "¿Soy yo, Señor?"
4.      Su muerte en la cruz te pondrá a solas delante de él: no habrá nadie más a quien puedes apuntar el dedo.
5.      Párate periódicamente ante la cruz de Jesucristo:  ¡Ojo!  ¡No ante una imagen de la cruz!  Pero en tu mente, párate ante el hecho de la cruz, y examínate en cuanto a los pecados por los cuales Jesús derramó su sangre.  ¿Hay algo en tu vida a que todavía no has renunciado, que pueda impedir la eficacia de la obra del Señor alrededor tuyo?

III. Sabiendo que hay posibilidad de todo mal en nosotros (“uno de vosotros me va a entregar” v.21)
1.      La posibilidad de hacer como Judas, que quería tener un Mesías conforme a su idea, en vez de según la idea de Dios
2.      La posibilidad de negar al Señor como Pedro lo iba a hacer
3.      La posibilidad de caer en hipocresía como Pedro lo haría más adelante, siendo un mal ejemplo para los demás
4.      La posibilidad de abandonar el servicio del Señor por amor al mundo, como lo hizo Demas

IV. Evitando de apuntar el dedo a otro (v.22)
1.      ¿Por qué apuntar el dedo a otro si podemos caer nosotros?
2.      ¿Por qué apuntar el dedo a otro si hemos de vigilarnos a nosotros mismo?
3.      ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando estamos reunidos en el amor del Señor?
4.      ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando no es asunto tuyo?  (Lo único que te interesa es saber si puedes fallar)
5.      ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando no sabes si es culpable? ¿o si es el peor culpable?

V.    Conscientes de su próxima venida  “hasta aquel día... con vosotros en el reino de mi Padre”
1.      Dos sentidos:  en el reino terrenal después de la resurrección de Jesús, o en la Nueva Tierra y Nuevos Cielos cuando venga Jesús.  De todos modos, el hecho de anticipar el futuro, su venida, ayuda a quitar nuestros ojos de los demás, en el sentido negativo
2.      ¿Qué padre de familia, de vuelta de un largo viaje, quiere recibir por los niños que se chivan el uno del otro?  ¿No quiere ser recibido con amor por lo que es para ellos, más bien?
3.      Ante su venida examinarnos a nosotros mismos, para "no ser juzgado" 
4.      ¿Por qué apuntar el dedo a otros, si sabemos que él vendrá y juzgará conveniblemente?  (Lo que nosotros tenemos que hacer es ser fieles)
5.      Hemos de aplicarnos a esperar la venida de Cristo con alegría, y asegurándonos que será un encuentro alegre.  Por tanto, examinémonos ante esto.


En su bien conocido texto sobre la Santa Cena en 1 Corintios 11, Pablo dice: “Si pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (v.31).  Es a esto que estamos llamados a hacer, no sólo a la Santa Cena, sino diariamente.  Si es buena práctica al principio de cada día pasar tiempo con el Señor en la meditación de su Palabra y la oración, es también una práctica saludable al final del día examinar nuestros corazones ante el Señor, dejando que él nos examine  “Examíneme, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, y Guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23-24).

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