MATEO 26:17-30
¿SOY
YO, SEÑOR?
El texto que hemos leído en Mateo 26 nos muestra a
los apóstoles que acaban de oír la cosa más espantosa: Jesús, hablando de su próxima muerte, dijo
que sería uno de ellos que le entregaría. ¿Cómo se lo iban a tomar? ¿Con indignación? ¿Con incredulidad? ¿O tratando de adivinar al cuál de sus
compañeros aludía Jesús? En lugar de
eso, empezaron a mirarse a ellos mismos, examinando sus propios corazones,
preguntando cada uno al Señor si se trataba de él. Ahora bien, el hecho mismo de hacer tal
pregunta no demuestra que es culpable, como lo vemos en el texto. Ni tampoco demuestra la inocencia de la
persona, puesto que Judas mismo lo preguntó.
El pasaje sobre la Última Cena nos demuestra que cada uno de nosotros
debe examinarse a sí mismo ante el Señor.
I.
Estando
en comunión con el Señor v. 20 "se
sentó a la mesa con los doce"
1. Comunión = presencia juntos
2. Comunión = comunicación
3. Comunión da la oportunidad al Señor de hablarnos y
retarnos
4. Comunión nos da la posibilidad de preguntar al
Señor
5. Aplicación: ¿Estás en comunión con el Señor
durante la semana? ¿O acaso esperas al
domingo? ¿o a la Santa Cena? Él quiere
"sentarse contigo" continuamente: en casa, a trabajo, en clase, en tu
ocio... Si estás en comunión con él,
podrás examinarte a ti mismo con honestidad, porque él te ayudará, te guiará, y
te hará ver la verdad sobre ti mismo, "y la verdad te hará libre". Es un proceso continuo.
II.
Estando
confrontado con su muerte en la cruz
(v.28 "mi sangre del nuevo pacto... derramada para remisión de los
pecados")
1. El anuncio de su muerte en la cruz hizo que los
discípulos se dudasen de sí mismo
2. Su muerte en la cruz te hará ver que eres pecador
3. Su muerte en la cruz te hará querer evitar de
ofenderle; por tanto le preguntarás "¿Soy yo, Señor?"
4. Su muerte en la cruz te pondrá a solas delante de
él: no habrá nadie más a quien puedes apuntar el dedo.
5. Párate periódicamente ante la cruz de
Jesucristo: ¡Ojo! ¡No ante una imagen de la cruz! Pero en tu mente, párate ante el hecho de la cruz, y
examínate en cuanto a los pecados por los cuales Jesús derramó su sangre. ¿Hay algo en tu vida a que todavía no has
renunciado, que pueda impedir la eficacia de la obra del Señor alrededor tuyo?
III. Sabiendo que hay posibilidad de todo mal en
nosotros (“uno de vosotros me va a entregar” v.21)
1. La posibilidad de hacer como Judas, que quería
tener un Mesías conforme a su idea, en vez de según la idea de Dios
2. La posibilidad de negar al Señor como Pedro lo iba
a hacer
3. La posibilidad de caer en hipocresía como Pedro lo
haría más adelante, siendo un mal ejemplo para los demás
4. La posibilidad de abandonar el servicio del Señor
por amor al mundo, como lo hizo Demas
IV. Evitando de apuntar el dedo a otro (v.22)
1. ¿Por qué apuntar el dedo a otro si podemos caer
nosotros?
2. ¿Por qué apuntar el dedo a otro si hemos de
vigilarnos a nosotros mismo?
3. ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando estamos
reunidos en el amor del Señor?
4. ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando no es asunto
tuyo? (Lo único que te interesa es saber
si tú puedes fallar)
5. ¿Por qué apuntar el dedo a otro cuando no sabes si
es culpable? ¿o si es el peor culpable?
V.
Conscientes
de su próxima venida “hasta aquel día...
con vosotros en el reino de mi Padre”
1. Dos sentidos:
en el reino terrenal después de la resurrección de Jesús, o en la Nueva Tierra y Nuevos
Cielos cuando venga Jesús. De todos
modos, el hecho de anticipar el futuro, su venida, ayuda a quitar nuestros ojos
de los demás, en el sentido negativo
2. ¿Qué padre de familia, de vuelta de un largo
viaje, quiere recibir por los niños que se chivan el uno del otro? ¿No quiere ser recibido con amor por lo que
es para ellos, más bien?
3. Ante su venida examinarnos a nosotros mismos, para
"no ser juzgado"
4. ¿Por qué apuntar el dedo a otros, si sabemos que
él vendrá y juzgará conveniblemente? (Lo
que nosotros tenemos que hacer es ser fieles)
5. Hemos de aplicarnos a esperar la venida de Cristo
con alegría, y asegurándonos que será un encuentro alegre. Por tanto, examinémonos ante esto.
En su bien
conocido texto sobre la
Santa Cena en 1 Corintios 11, Pablo dice: “Si pues, nos
examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (v.31). Es a esto que estamos llamados a hacer, no
sólo a la Santa Cena ,
sino diariamente. Si es buena práctica
al principio de cada día pasar tiempo con el Señor en la meditación de su
Palabra y la oración, es también una práctica saludable al final del día
examinar nuestros corazones ante el Señor, dejando que él nos examine “Examíneme, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, y
Guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23-24).
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