Wednesday, February 26, 2014

MATEO 26:47-56 ¡ABANDONADO!


MATEO 26:47-56

¡ABANDONADO!


            En la mayoría de nuestras Biblias, el título de este pasaje es “El Arresto de Jesús”[1].  Y eso es normal, porque es el acontecimiento principal.  Pero lo que nos impresiona en este relato es la reacción de los discípulos de Jesús.    “Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”.

            Jesús fue arrestado, y se dejó llevar por los aguaciles, pacíficamente.  Impidió que Pedro lo defendiera.  Dijo que su arresto era simplemente el cumplimiento de la profecía.  Los discípulos, acaso, habrían estado dispuestos a vender sus vidas caros en una batalla en defensa de Jesús, pero no pudieron comprender el hecho que él se dejara arrestar.  Eso era demasiado para ellos.  Y huyeron. Fue el cumplimiento, o al menos una aplicación, de Zacarías 13:7, “Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas”.

            Hay varias cosas que aprendemos de este relato, sobre la naturaleza humana.  Un cínico diría que lo que se aprende es que No se puede fiar totalmente de la lealtad humana.  Tendría razón, pero hay más que esto.  Se puede intentar entender lo que pasó allí.

I.    Las personas suelen acobardarse cuando no entienden lo que está pasando
1.                 Los discípulos estaban confusos: no entendía lo que pasaba.
a.                  Habían esperado que Jesús iba a instalar su reino de manera visible, ya.
b.                 No entendieron la alusión que Jesús había hecho a la profecía de Zacarías.
c.                  No podían ver qué buena cosa podría salir de la situación.
d.                 Lo que sucedía rompía todas sus esquemas.
2.                 La confusión hizo, por una parte, que no pudiesen racionalizar un comportamiento valiente.
3.                 Además, en su confusión pudieron sentir que Jesús les había dejado colgado.
4.        Nosotros tampoco lo entendemos todo en la vida.  Y cuando no lo entendemos, solemos rechazar la aflicción.  Cuántas veces una persona afligida dice: “¡si sólo pudiese entender!”.  Quieren entender el “por qué” de la aflicción. 
5.                 Aunque sería más importante entender el “para qué”. 
6.              Pero aun así, a menudo no se puede saber.  Es entonces que la fe tiene que entrar en juego.  La fe que puede seguir aun cuando no entiende.

II. Las personas con las mejores intenciones pueden acobardarse en el momento crítico.
1.            Tenemos que estar en guardia contra el pánico, u otras flaquezas puntuales.
2.        Tenemos que ser tolerantes con quienes muestran debilidad: hemos de reconocer la posibilidad de que estaban muy sinceras y bien intencionadas, y no tratarlas como hipócritas.

III.  Hay que perdonar a aquellos que nos dejan colgados, y volver a confiar en ellos.
1.                 A veces las personas se han mostrado muy prometedoras, y hemos contado con ellos, pero en los momentos difíciles nos dejan colgados.  Pensamos:  “Nunca volveré a confiar en ellos”.
2.                 Es lo que los discípulos hicieron con Jesús, pero él no les abandonó.  Al resucitar, se reunió con ellos.  Ellos siguieron siendo su medio para alcanzar al mundo con el evangelio.

IV.    Hay que saber sufrir sólo.
1.                 “Ríe, y el mundo reirá contigo.  Llora, y llorarás solo.
2.                 Cuando estamos afligidos, la gente suele dejarnos solos.  Y esa soledad puede parecer lo más difícil de llevar. 
3.                 Es una buena oportunidad para nosotros, sin embargo, de acercarnos a Dios y depender enteramente de él.
4.                 Por otro lado, hemos de cuidarnos de no dejar que otros hayan de sufrir solos.  Cuando vemos a alguien en una aflicción, debemos intentar estar con ellos.

            La aflicción es una escuela.  Es una escuela para la persona afligida, y es una escuela para los demás que observan.  Es una prueba, en la cual tenemos la oportunidad de demostrar de qué somos hechos.  ¿Estamos capaces de sufrir solos, cuando los demás nos abandonan?  ¿Estamos dispuestos a apoyar a aquel que está afligido, y no dejarlo solo?


[1] Reina y Valera ’60; Nueva Versión Internacional 1999; NKJV, y muchas más.

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