MATEO 26:47-56
¡ABANDONADO!
En
la mayoría de nuestras Biblias, el título de este pasaje es “El Arresto de
Jesús”[1]. Y eso es normal, porque es el acontecimiento
principal. Pero lo que nos impresiona en
este relato es la reacción de los discípulos de Jesús. “Entonces todos los discípulos, dejándole,
huyeron”.
Jesús
fue arrestado, y se dejó llevar por los aguaciles, pacíficamente. Impidió que Pedro lo defendiera. Dijo que su arresto era simplemente el
cumplimiento de la profecía. Los
discípulos, acaso, habrían estado dispuestos a vender sus vidas caros en una
batalla en defensa de Jesús, pero no pudieron comprender el hecho que él se
dejara arrestar. Eso era demasiado para
ellos. Y huyeron. Fue el cumplimiento, o
al menos una aplicación, de Zacarías 13:7, “Hiere al pastor, y serán dispersadas
las ovejas”.
Hay
varias cosas que aprendemos de este relato, sobre la naturaleza humana. Un cínico diría que lo que se aprende es que
No se puede fiar totalmente de la lealtad humana. Tendría razón, pero hay más que esto. Se puede intentar entender lo que pasó allí.
I. Las
personas suelen acobardarse cuando no entienden lo que está pasando
1.
Los
discípulos estaban confusos: no entendía lo que pasaba.
a.
Habían
esperado que Jesús iba a instalar su reino de manera visible, ya.
b.
No
entendieron la alusión que Jesús había hecho a la profecía de Zacarías.
c.
No podían ver
qué buena cosa podría salir de la situación.
d.
Lo que
sucedía rompía todas sus esquemas.
2.
La confusión
hizo, por una parte, que no pudiesen racionalizar un comportamiento valiente.
3.
Además, en su
confusión pudieron sentir que Jesús les había dejado colgado.
4. Nosotros
tampoco lo entendemos todo en la vida. Y
cuando no lo entendemos, solemos rechazar la aflicción. Cuántas veces una persona afligida dice: “¡si
sólo pudiese entender!”. Quieren
entender el “por qué” de la aflicción.
5.
Aunque sería
más importante entender el “para qué”.
6. Pero aun así,
a menudo no se puede saber. Es entonces
que la fe tiene que entrar en juego. La
fe que puede seguir aun cuando no entiende.
II. Las
personas con las mejores intenciones pueden acobardarse en el momento crítico.
1. Tenemos que
estar en guardia contra el pánico, u otras flaquezas puntuales.
2. Tenemos que
ser tolerantes con quienes muestran debilidad: hemos de reconocer la posibilidad
de que estaban muy sinceras y bien intencionadas, y no tratarlas como hipócritas.
III. Hay que
perdonar a aquellos que nos dejan colgados, y volver a confiar en ellos.
1.
A veces las
personas se han mostrado muy prometedoras, y hemos contado con ellos, pero en
los momentos difíciles nos dejan colgados.
Pensamos: “Nunca volveré a confiar
en ellos”.
2.
Es lo que los
discípulos hicieron con Jesús, pero él no les abandonó. Al resucitar, se reunió con ellos. Ellos siguieron siendo su medio para alcanzar al
mundo con el evangelio.
IV. Hay que
saber sufrir sólo.
1.
“Ríe, y el
mundo reirá contigo. Llora, y llorarás
solo.
2.
Cuando
estamos afligidos, la gente suele dejarnos solos. Y esa soledad puede parecer lo más difícil de
llevar.
3.
Es una buena
oportunidad para nosotros, sin embargo, de acercarnos a Dios y depender
enteramente de él.
4.
Por otro
lado, hemos de cuidarnos de no dejar que otros hayan de sufrir solos. Cuando vemos a alguien en una aflicción,
debemos intentar estar con ellos.
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