MATEO 15:32-39
¡COMIDA PARA TODOS!
O:
UN POCO EN LAS MANOS DE
JESÚS
Quiero
invitarte a hacer uso de tu imaginación por un rato. Imagina que tú hubieras estado en la
muchedumbre que había pasado el día escuchando a Jesús. Oíste decir que la gente no había traído nada
que comer, y que los discípulos de Jesús tampoco tenían nada que ofrecer. Sabes que será muy tarde cuando lleguéis a
casa, y hay personas débiles, niños, ancianos presente. Te gustaría hacer algo para ayudar a
solucionar este problema, pero sólo te has traído una merienda para ti
mismo. ¡No bastará para ayudar a dos o
tres personas, y aquí hay miles!
Prefieres no sacar la merienda: ofrecerla sería ridículo, y comerla
delante de los demás sería vergonzoso.
Conoces a sólo una otra persona que tuvo la previsión de traer una
merienda, como tú. Es un joven que viene
de tu mismo pueblo. Pero este joven,
distinto de tú, ofrece su merienda a los discípulos para que lo repartan. Te parece mentira que un joven sea tan
tonto. Pero luego, ves lo que Jesús hace
con esta merienda, y estás asombrado.
Sabes que este acontecimiento nunca será olvidado. Lo viste y lo contarás a tus nietos un
día. Y este joven hará lo mismo – sólo
que podrá contar que se hizo con su merienda. Y tienes remordimientos por no haber
presentado lo tuyo. Porque eras
incrédulo.
Lo que quisiera esta mañana es evitar que alguno
de nosotros tuviera remordimientos algún día por haber sido tan incrédulo. Quisiera que estemos preparados a creer en
Jesús para que él haga grandes cosas con lo poco que tenemos.
I.
Debemos
contar con lo que tenemos (v.34)
1.
Antes de
pedir la intervención milagrosa de Dios, el creyente debe examinar lo que
tiene.
2.
A veces,
cuando nosotros pedimos la intervención de Dios, ¡pedimos tan fuerte que no
oímos a Dios que pide nuestra intervención!
3.
Lo que
tenemos puede parecer demasiado valioso para compartir, pero debemos hacerlo.
4.
Lo que
tenemos puede parecer demasiado poco para compartir, pero debemos hacerlo.
5.
Vayamos
siempre a Dios con la mano abierta: si está abierta para dar, estará abierta
para recibir. Abierta con fe en los dos
sentidos.
II.
Debemos
contar con el poder de Jesús (v.36-39)
1.
Los
discípulos no mostraron mucha fe, pero al menos supieron a donde ir con el
problema.
2.
Aun si
nuestra fe no es muy fuerte, lo importante es en quién tenemos fe.
3.
El mismo
hecho de acudir a Jesús es una muestra de fe.
4.
El pánico, el
desánimo, el negativismo, son productos de una falta de fe.
5.
Los
discípulos olvidaban de poner en práctica la fe que tenían, cuando dijeron:
"¿Cómo lo haremos nosotros con lo poco que tenemos?"
6.
Jesús no
necesita una gran cantidad, ni una gran calidad, de cosas con qué
trabajar. Sólo necesita algo que le es
libremente entregado.
7.
Hemos de
aprender, después de examinar lo que tenemos a nuestra disposición, y nuestra
propia disposición a entregar lo nuestro al Señor, a acercarnos al Señor para que él dirija y
actúe.
8.
Si vemos una
necesidad, y creemos que el Señor no está capaz de colmarla, entonces debemos
abandonarlo todo: un Señor que no está capaz no es Señor. Pero sí que creemos, ¿no?
III. Debemos contar con la compasión de Jesús (v.32)
1.
En este texto
Jesús tuvo compasión de la muchedumbre.
i.
Tuvo compasión por su necesidad espiritual
ii. Tuvo
compasión por su necesidad física
iii. Su
compasión distinta de la de los discípulos, que sólo querían deshacerse de la
muchedumbre. Veían un problema como
siendo algo que hay que hacer desaparecer.
2.
Nosotros
tenemos que mostrar, y sentir esta misma compasión desinteresada.
3.
También
tenemos que creer en la compasión de Jesús.
Porque a veces pensamos que él puede, pero no pensamos que él quiere
actuar. Su querer está basado en su
compasión.
4.
Cuando ves a
personas sin el Evangelio, piensa que Jesús tiene más compasión para ellos que
tú mismo: Tuvo suficiente compasión para
ir a la cruz para ellos; tuvo suficiente compasión para querer enviarte a ti
para hablar con ellos del Evangelio.
5.
Cuando ves a
personas con cualquier necesidad, en cuanto tú estás dispuesto a hacer todo lo
posible para ayudarles, puedes pedir con confianza al Señor para que él
intervenga.
¿Qué
aprendemos, pues, con este relato? Que el Señor puede y quiere hacer mucho con
lo poco que tenemos. ¿Qué haces con lo
que tienes? ¿Qué haces con tus pocas
habilidades? Porque pueden parecer como
poco, y por cierto, siempre se puede comparar con quien tiene más. Pero ¿qué
haces con este poco? La próxima vez que
sientes que una necesidad es más grande de lo que tú puedas ayudar, recuerda
este relato de los discípulos, y úsalo como una oportunidad más para aprender a
crecer en tu fe, dependiendo de él para utilizarte a ti, con lo poco que
tienes.
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