Tuesday, May 13, 2014

GÁLATAS 5:16-26 VIVIR POR EL ESPÍRITU


GÁLATAS 5:16-26
VIVIR POR EL ESPÍRITU

"El Espíritu Santo".  ¿Qué te dicen estas palabras?  ¿Te hacen pensar en argumentos teológicos? ¿Te hacen pensar en los argumentos sobre la Trinidad, o sobre los argumentos técnicos sobre el bautismo del Espíritu Santo, o su Plenitud?  ¿O quizá te hace pensar en las listas de dones que vemos en el Nuevo Testamento?
Espero que no sea ninguna de estas cosas. Al menos no en primer lugar. El Espíritu Santo es una Persona que quiere llenarnos, quiere poseer nuestras vidas tan completamente, que cuando la gente nos vea a nosotros vea al Señor Jesucristo.
Cuando oímos la palabra "Espíritu Santo" deberíamos pensar en aquellas ocasiones en que los creyentes fueron llenos del Espíritu en Hechos, y debemos tener una sed para algo parecido.
Leamos unos pasajes:  Hechos 1:8;  Hechos 2:1-4; Hechos 4:23-31; Efesios 5:18. 
Tú, ¿tienes el Espíritu Santo en tu vida?  Pues, ¿cómo lo sabes?  Quizá me dices: "porque la Biblia me lo dice".  Pues, es una buena razón en sí.  Pero si la única manera en que sabes que tienes el Espíritu Santo en tu vida es porque la Biblia te lo dice, es que algo te falta.  Los primeros cristianos, ¿tenían el Espíritu Santo?  ¿Lo sabían?  ¿Lo sabían antes de que Pablo escribiera 1 Corintios 12:13?  Pues, ¿cómo lo sabían?   ¡Porque el Espíritu Santo había llenado sus vidas al punto de impactarlos!  Les había cambiado, transformado, y dado poder para vivir y para servir.
Ahora bien, puede ser que alguien diga: "Pues es verdad, tendremos que hacer más esfuerzos para cambiar, transformarnos, servir al Señor con poder…".  Pues, digo que ¡NO! Hacer esfuerzos es lo que se puede hacer en cualquier religión.  Lo que tenemos que hacer es buscar el rostro de Dios y creer en su promesa, y creer que el Espíritu Santo nos llenará para transformarnos y capacitarnos.  Hacer esfuerzos para transformarnos es como pedir al diablo que se convierta. Hacer esfuerzos para transformarnos es intentar levantarnos al aire a nosotros mismos, estirando sobre los cordones de nuestros botas.   ¿No estás harto de hacer esfuerzos para transformarte?  ¿No estás harto de hacer esfuerzos para ser más espiritual?  ¿Por qué, pues, no dejar que Dios mismo te llene?
Hay varios sinónimos en el Nuevo Testamento para la plenitud del Espíritu Santo: andar en el Espíritu; la comunión con Dios; andar en la luz; andar por la fe.  Es todo lo mismo.  Si no estás haciendo una de estas cosas, es que no estás haciendo ninguna de ellas.  Y las consecuencias son tristes.  Es por eso que como creyentes, es imprescindible que andemos en la plenitud del Espíritu; que andemos en comunión íntima con Dios.  Es imprescindible, como vemos en nuestro texto de Gálatas 5: 16.26, para:

I.                  Evitar de hacer los deseos de la carne
1)             Tu carne te gana siempre, porque es tú mismo
2)             ¿Cómo puedes luchar contra ti mismo? ¡Es imposible!
3)        Por esto no ganas haciendo cada vez más esfuerzos contra el pecado.  Cada vez que eliminarás un pecado, lo remplazarás con uno peor.
4)             Si hay otra persona en ti que domina, con otros deseos, entonces será distinto
5)          Necesitas buscar la presencia de Dios en tu vida, y asegurarte que andas en la plenitud del Espíritu Santo, porque sino, andarás en la plenitud de la carne; harás lo que quiere el principio de pecado en tu antiguo ser.

II.               Ser guiados por el Espíritu
1)             Eso es, en la cuestión del bien y del mal - ¡lo que parece ser tan complicado para tantos creyentes!
2)             No necesitarás una lista de normas
3)        El Espíritu será en ti la expresión del deseo de Dios. ¡Ya lo sabrás! Por eso es el contrario del legalismo cristiano.
4)             Tu consciencia será santificada; transformada; apartada para  Dios.  Ella te guiará y te hablará en el camino del amor.
5)             Además te guiará en tantas otras decisiones - de trabajo, compañerismo, servicio, etc.

III.            Producir el fruto del Espíritu
1)             Esos elementos de los vv. 22-23 no se desarrollan sólo con la práctica.  Porque no funcionará.
2)             Ni con el esfuerzo, ya que el que se esfuerza, se está esforzando contra sí mismo: siempre habrá un contrapeso.
3)             Seràn la consecuencia natural de andar en comunión con Dios "por el Espíritu"
4)             ¿Esfuerzo? ¡Sí!  Pero esforzarse para andar con Dios en vez de para producir fruto.

IV.            Capacitarte para servir al Señor.
1)             Puedes tener todas las capacidades naturales al mundo. Da gracias a Dios por ellas, pero no son suficientes
2)             Jesús dijo: "Sin mí, nada podéis hacer" (Juan 15:4,5)
3)             Tenemos que aprender a depender totalmente del Señor para capacitarnos para el servicio, y, además, contar con su fuerza.
4)             Fue lo que hicieron los discípulos en Hechos 4:23-31.
5)             Tenemos que examinarnos a ver si estamos contando con nuestras fuerzas y capacidades, o talentos, o si estamos contando verdaderamente, por la fe, en el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas.

            ¿Qué es el mejor consejo, pues, para poder andar produciendo el fruto del Espíritu?   ¿Qué es lo que necesita cada cristiano?  ¡Necesita ser lleno del Espíritu!  No ha de descansar hasta saber que está lleno del Espíritu.  Es el lugar para empezar; es el lugar para seguir; es el lugar para terminar.  Si no estás andando en la plenitud del Espíritu, entonces todo esfuerzo está vano, todo esfuerzo para mejorar tu vida cristiana está condenado al fracaso.

            Pero, ¡hay una buena noticia!  El Espíritu Santo ha entrado en cada uno de nosotros; nos ha dado dones; y él está allí para producir su fruto en nosotros.  Por la fe, puedes reclamar esa plenitud.  ¿De qué dependía la plenitud del Espíritu en los primeros creyentes?  ¿Sus esfuerzos?  ¿Su fidelidad?  No. En el hecho, según Pedro, de que Jesucristo había ascendido al Cielo y que estaba glorificado al lado del Padre.  En la medida en que Jesús está al cielo hoy, pues en esta medida tú puedes tener el Espíritu Santo en toda su plenitud. Por tanto, reclámalo.

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