Génesis 37
José y sus Sueños
José es la figura por
excelencia de la persona de Cristo. En
este capítulo vemos:
1.
Su relación
privilegiada con su padre
2.
El odio por
parte de sus hermanos
3.
El hecho de
ser vendido
4.
El hecho de
ser librado entre manos de paganos
Esto no significa que
José fuera perfecto como Cristo. Todo lo contrario. Era un pecador, igual como
todo ser humano. Sólo que en los relatos sobre su vida que encontramos en Génesis,
vemos muchos paralelos, en sus vida terrenal y humana, con el aspecto espiritual
y divina de la vida de Cristo. Es como una imagen. Algunos lo llaman un
“tipo”. (La “tipología” es el estudio de
esos tipos de Cristo en el Antiguo testamento.
Algunos encuentran este estudio como siendo exagerado.)
En el caso de José,
Igual como éste tuvo una
relación privilegiada con su padre, Cristo tenía una relación especial con el
Padre celestial.
Igual como José fue
odiado por sus hermanos, que no compartían el corazón de su padre, Cristo fue
odiado por sus hermanos, la nación judía, que no compartían el corazón del Padre
celestial.
Igual como José fue
vendido por su hermano Judá, Cristo fue vendido por Judas Iscariote.
Igual como José fue
librado entre paganos, Cristo también fue librado a los gentiles.
Igual como José dio
testimonio a sus hermanos de sus sueños, Cristo también dio testimonio a la
verdad (Juan 18:37) y fue odiado por aquello.
Una ironía en esta
historia, es que Jacob y Esaú tuvieron sus problemas porque su padre y madre
tenían sus preferidos. Y ahora Jacob
tiene a José como preferido. ¡La historia se repite, tristemente!
Por tanto nosotros, como
creyentes, debemos
I.
Buscar
una relación privilegiada con el Padre Celestial
1.
José tenía
una relación de preferencia con su padre
2.
Tenía también
una relación con Dios, ya que Dios le hablaba en sueños.
3.
Nosotros
podemos y debemos cultivar una relación con Dios, leyendo su palabra, hablando
con él, y obedeciéndole.
II.
Rechazar
las malas acciones de los demás, aun aquellos que son cercanos a nosotros (v.2)
1.
A veces, en
nuestro afán de no juzgar a los demás, podemos caer en la trampa de justificarlos.
2.
A veces,
cuando son miembros de nuestras propias familias, podemos intentar justificar
una mala conducta.
III.
Cuidarnos
de no mantener rencor o envidia en nuestros corazones, ya que esto producirá
acciones de las cuales nos avergonzaremos. Vv.19-20
1.
El crimen que
sus hermanos contemplaron no fue el resultado de una ira súbita. Fue más bien
el fruto de años de rencor y envidia. Cuando llegó la ocasión, actuaron.
2.
La maldad se
pondrá cada vez peor, ya que consolarán a su padre como hipócritas en vez de
tener piedad de él y decirle la verdad.
3.
Cuando
cultivamos malos sentimientos, cosecharemos malas acciones.
4.
Las malas
acciones se desarrollarán en peores actitudes aún. Nos vamos endureciendo.
IV.
Reconocer
que cuando sentimos la necesidad de esconder algo, es porque hemos actuado mal.
vv.31-32
1.
Los hijos de
Jacob le presentaron la túnica de José teñida con la sangre de una cabrita.
2.
El corazón de
Jacob fue destrozado por la mentira.
3.
Si bien
sintieron que la mentira era necesaria era porque sabían muy bien que sus acciones
habían sido malas. Quizá se justificaban en sus corazones, pero el hecho de encubrirlo
demuestra que sabían lo mal que habían hecho.
4.
Nosotros,
cuando sentimos la necesidad de encubrir nuestras acciones, es porque al fondo
sabemos que actuamos mal.
Aprendemos mucho de la
vida de José - en parte por el paralelo con la vida de Cristo, y en parte por
el ejemplo - su buen ejemplo y el mal ejemplo de sus hermanos. Obviamente
podemos criticar el hecho que su padre no fue muy sabio en diferenciarlo de los
demás - debería haberlos tratado todo igual. Él mismo estuvo sembrando el odio
y la envidia al hacer eso. Podemos verlo
como otra lección para nosotros. Pero aún más, vemos las lecciones que
aprendemos de lo que sucedió a José. Y la lección suprema se resuma en
Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”
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