EL PRIMER MANDAMIENTO
NO TENDRÁS DIOSES AJENOS
DELANTE
DE MI
Éxodo 20:2-3
Muy
a menudo hay discusiones entre los creyentes sobre la importancia de la Ley, y
su lugar en nuestras vidas. ¿Somos bajo la ley? ¿En qué sentido somos
liberados? Cuando hablamos de la ley, pensamos principalmente en esta famosa
base de la ley dada en Éxodo 20: el decálogo. Y cuando pensamos en los diez
mandamientos, pensamos generalmente en el primero: “No tendrás dioses ajenos
delante de mí”.
Me
parece que el Sermón del Monte es una explicación de esa ley. Dios conoce
nuestros corazones, y sabe muy bien que nos es fácil dar lugar a falsos dioses.
El
creyente debe evitar a todo coste que algo tome el lugar de Dios en su vida,
por las razones que podemos ver en Éxodo 20.
I. Porque el Señor es nuestro Dios
1.
Siendo el Señor, tiene derecho a nuestra adoración
exclusiva.
2.
Toda adoración a otro es quitarle a él lo que le
debemos.
3.
Por eso tenemos que elegir a veces entre el Señor y el
dios de este siglo. Aun los evangélicos, y los obreros de Dios, tenemos
dificultad con las presiones del conformismo. Tenemos que tener en cuenta
Romanos 12:2. El hecho de cambiar de lugar, o de entorno, no cambia el bien y
el mal. Lo que es mal en otra situación es mal en ésta también. Las presiones vienen del mundo inconverso,
del creyente nominal, y aun de los verdaderos creyentes. No olvidemos que somos
peregrinos en el mundo, en cualquier país: siempre somos extranjeros (1
P.1:1-3).
4.
El secreto de la fidelidad es tomar el tiempo para
adorarle. Es muy a menudo la última cosa en nuestra lista de prioridades, pero
debería ser la primera.
5.
¿Conoces a Dios? ¿Le amas de verdad? El servicio no es
una prueba de esto. No amamos a alguien con quien no queremos pasar tiempo. Él
dice: “Yo soy el Señor tu Dios”. Eso es la base, no sólo de la teología
cristiana, sino también de la vida cristiana.
II. Porque él nos ha redimido
1.
Le pertenecemos a él, y no a los demás “dioses” que
piden nuestra servidumbre. (1 Co. 6:20; Fil 1:1)
2.
Igual como Israel, a él debemos todo nuestro amor. (Éx.
19:4b).
3.
Liberados para servir (Lc 1:74; Sal 116:16).
4.
Cuánto insistimos en nuestra “libertad en Cristo”, a
veces, y lo aplicamos para tener libertad para pecar, para servir a otros
dioses, deseos, etc. ¡Esa no es la libertad para la cual hemos sido liberados!
III. Porque todo lo demás de la ley depende de este
primero.
1.
Por eso no tenemos imágenes.
2.
Por eso respetamos su nombre.
3.
Por eso recordamos las ocasiones de descansar
espiritualmente en Él.
4.
Por eso reconocemos la autoridad de nuestros padres,
por causa de su soberanía.
5.
Por eso respetamos la vida (teniendo cuidado aún con la
manera de conducir un carro).
6.
Por eso podemos controlar los deseos sexuales, porque
el placer del momento no es Dios. Las sociedades polígamas suelen ser
politeístas también.
7.
Por eso no robamos, porque reconocemos:
a.
Que Dios ha dado al otro lo que tiene, y lo aceptamos
así
b.
Que Dios es omnipresente y ve lo que hacemos en secreto
8.
Por eso no decimos mentiras porque es contra el
carácter de Dios, que es Verdad
9.
Por eso no codiciamos, porque eso sería una idolatría,
adorando estas cosas en el corazón.
¿Quién es dios
de nuestras vidas? ¿Vives en verdad como si Dios fuera el único Dios? o ¿Hay
rivalidad? Sería importante examinar tu vida continuamente a la luz de ese
mismo mandamiento. En la medida que entiendes este mandamiento, podrás cumplir
Deuteronomio 6:4,5. “Oye Israel: el Señor nuestro Dios uno es. Y
amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas.”
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