Monday, March 3, 2014

MATEO 27:57-66 EL SEPULCRO: MUESTRAS DE AMOR Y DE DESCONFIANZA

MATEO 27:57-66

EL SEPULCRO:

MUESTRAS DE AMOR Y

DE DESCONFIANZA


            En el relato que Mateo nos da del sepulcro de Jesús, vemos un contraste entre la actitud de algunos creyentes, y de los jefes religiosos.  De ciertos modos, hay índices de que los adversarios de Jesús hicieron más caso de algunas de sus palabras que lo hicieron sus propios discípulos.  Pero lo que más destaca aquí es su actitud hacia el mismo Jesús.

Una cuestión que ha causado perplejidad en círculos cristianos es la cuestión de cómo Jesús pudo morir y estar sepultado durante tres días y noches antes de resucitar, si murió el viernes y resucitó el domingo por la mañana.  Y algunos de los intentos de explicar el problema son aun más preocupantes que el mismo problema.  Por ejemplo han intentado decir que unas horas del viernes, y unas cuantas más por la madrugada del domingo, cuentan por un día entero en cada caso. Pero esto no explica lo de “tres días y tres noches” (Mt 12:40) y los mismos adversarios recordaron que había dicho que “resucitará pasado 3 días” (Mt 27:63).

            Sabemos que resucitó el domingo, porque era “el primer día de la semana”. (Mateo 28:1 “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana”).   Pero ¿en qué día fue crucificado?  Si fue el viernes, tenemos la dificultad que ya hemos mencionado.  Lo que ha hecho pensar que el día de la crucifixión era el viernes, es el texto que se halla en Juan 19:31 “por cuanto era la preparación de la Pascua, afín de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solem­nidad)...”.

            Lo que nos ayudará a entender esta situación es una lectura de Levítico 23.  En el versículo 24 leemos: “En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas .... ningún trabajo haréis”.  En el versículo 39, leemos: “A los 15 días del mes séptimo...”.  En los versículos 5-6, se lee: “En el mes primero, a los 14 del mes... y a los 15 días del mes...”.  En cada caso, se describe un día de reposo, o un “sábado” (según la traducción), especial, que no caía necesariamente en el séptimo día de la semana – y a veces no podía caer en tal día.  Por esta razón, cuando se trata de la Pascua, cuando se habla del día de reposo, hay que entender que no se relaciona necesariamente con el séptimo día, nuestro sábado.  Jesús seguramente fue crucificado el jueves.  El viernes era un sábado especial, por la Pascua (Juan 19:31 habla de un día de reposo especial) el séptimo día era un sábado normal, y el tercer día, el primer de la semana, resucitó.  Pasó las noches del jueves, viernes, y sábado en el sepulcro, y resucitó en la mañana del domingo.

            Ahora bien, al sepultar a Jesús, vemos que los discípulos y los demás mostraron ciertas actitudes de las cuales podemos aprender.

I.     Aprendemos a mostrar afecto hacia el Señor
1.                 José se ocupa de su entierro, junto con Nicodemo (Juan 19:39-40).
2.                 Las mujeres atendieron su sepulcro. V.61
3.                 Si bien nuestra fe no se basa en sentimentalismos, el amor normalmente mostrará un lado sentimental.  Así como la mujer que hecho perfume en la cabeza y los pies de Jesús, y estas personas se interesaron en el sepulcro del cuerpo de Jesús, nosotros debemos estar dispuestos a demostrar nuestro amor y agradecimiento hacia Jesús.

II.   Aprendemos a utilizar nuestras riquezas para el Señor
1.                 Obviamente José de Arimatea era un hombre bastante adinerado, ya que pudo tener una propiedad en Jerusalén, aun cuando vivía en otra región.
2.                 Los creyentes podemos tener toda una variedad de posiciones sociales y económicas. Algunos tienen mucho; otros poco.  Pero todos podemos seguir el ejemplo de José, y poner lo nuestro a la disposición del Señor.
3.                 Sería interesante hacer un inventario de nuestras posesiones, y luego preguntarnos a nosotros mismos que estamos haciendo con estas posesiones: ¿las estamos aprovechando para el servicio de aquél que lo dio todo por nosotros?  Luego, podemos preguntar al Señor lo que él quisiera que hiciéramos con estas cosas: ¿cómo podemos servirle mejor?
4.                 Recordemos que en cuanto a lo que consideremos como siendo nuestro, sólo somos administradores de estas cosas: administradores del Señor.

III.  Aprendemos a tener el valor de confesarnos discípulos del Señor.
1.                 Para José, fue un punto clave en su vida.  Se presentó ante las autoridades para pedir el cuerpo.  Ya que no era pariente de Jesús le preguntarían por qué lo reclamaba.
2.                 Se le critica por ser un discípulo secreto, pero en este momento abandonó el secreto.
3.                 Debemos estar dispuestos, nosotros también, a hablar abiertamente a nuestra fe en Jesús y nuestra identificación con él.  Por ejemplo, ¿protestamos cuando la gente habla en mal contra el Señor, blasfemando su nombre?
4.                 “Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8:38)[1].

IV. Aprendemos a tomar en serio las palabras del Señor (versículos 62-66).
1.                 Más tarde, particularmente en el relato de Lucas y en el de Juan, vemos la incredulidad con que los discípulos recibieron la noticia de la resurrección.  No se lo esperaban, aun si el Señor había repetido muchas veces que resucitaría (Mateo 16:21).  Pero los discípulos parecían pensar que todo había terminado.
2.                 Los adversarios de Jesús, sin embargo, se acordaron de sus palabras y las hicieron caso: “nos acordamos de que aquel engañador dijo…: Después de tres días resucitaré”.
3.                 Los adversarios tomaron medidas para hacer frente a lo que Jesús había dicho: “Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día”.
4.                 Nosotros debemos a aprender a tomar en cuenta lo que el Señor dijo, tanto sus promesas como sus advertencias, y actuar en consecuencia.
5.                 Si como creyentes actuáramos conforme a una verdadera confianza en todo lo que dijo Jesús, quizá seríamos más convincentes para el mundo incrédulo.

Hay, pues, muchas lecciones que podemos aprender alrededor del sepulcro de Jesús, tanto de sus seguidores como de sus adversarios.  Decidámonos, por tanto, seguirle a él de más cerca, manifestando nuestro amor por él, confiando en él, y poniendo toda nuestra vida y nuestras pertenencias a su disposición.  Esto es el cristianismo vivido que honrará a nuestro Salvador.




[1] Traducción Nueva Versión Internacional ©1999.

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