MATEO 27:32-56
LA MUERTE DE JESÚS: ¿QUÉ SIGNIFICA?
Cumplió las profecías v.35
Murió identificado como Rey de los judíos v.37
Murió entre malhechores v.38
Murió entre las burlas de la gente v.39-44
Murió pudiéndose haber salvado
v.40,42
Murió entre manifestaciones del juicio de Dios v.45, 51b-53
Murió abandonado por Dios mismo
v.46 (tomando nuestra
condenación)
Murió abriéndonos la puerta hacia la presencia de Dios v.51ª
Murió entre manifestaciones de su divinidad v.54
Murió en presencia de las mujeres que le habían seguido v.55-56 (testigos presenciales de su muerte física)
¿Te has preguntado alguna
vez, qué diferencia hace el hecho que Cristo murió por nuestros pecados? A veces se ha sugerido que su muerte era más
bien un ejemplo de su amor, una demostración, pero que no era verdaderamente lo
que nos salva; que Dios nos habría salvado de un modo u otro. O se ha sugerido que todos se salvarán de
todos modos, que el hecho de aceptar la muerte redentora de Cristo no es
imprescindible.
Pero la Biblia nos enseña que la
muerte de Cristo fue la única manera de pagar el precio que tenía que pagarse
por nuestros pecados. La Biblia insiste que la paga
de nuestros pecados es muerte (Ro. 6:23), y que ese pago tiene que hacerse.
Puede ser también que te has
preguntado si la obra de Cristo en la cruz era suficiente para salvarte a ti,
porque eres un pecador tan grande. La Biblia nos asegura de que
la obra de Cristo en la cruz tiene un valor ilimitada. Vamos a mirar lo que podemos aprender del
relato en Mateo 27 en cuanto a la obra de Cristo en la cruz.
Veremos, por los hechos
convincentes que vemos en Mateo 27:32-56, que cada cristiano debe confiar
totalmente y únicamente en el valor de la muerte de Jesús para su redención.
I. Murió
Cumpliendo las profecías v.35
1.
Jesús cumplió
todas las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías que tenía que
liberar, o rescatar, a su pueblo.
2.
Las
posibilidades de que esto ocurriera por simple casualidad son una en millones
de millones de millones.
3.
Dios actuó en
Jesús conforme a su Ley, la misma ley que nos condena por nuestros pecados.
4.
Por tanto si
hay una solución en alguien a nuestra desgracia, es en Jesús.
5.
No sirve que
busques seguridad en ninguna otra persona ni en ninguna otra cosa. Sólo aquel
que cumplió todas las profecías de Aquel que juzga, puede salvarnos del
juicio. (Hechos 4:12)
II. Murió
pudiendo haberse salvado v.40,42
1.
Las personas
presentan la muerte de Jesús como una tragedia.
Desde la perspectiva humana, lo es.
2.
Pero si Jesús
pudo haberse salvado, es que no quiso: por tanto no fue una tragedia sino una
victoria.
3.
Jesús llevó a
cabo lo que se propuso: pagar el rescate de todos.
4.
Él, siendo
sin pecado, se hizo pecado en la cruz para que nosotros, pecadores, fuéramos
hechos justicia de Dios en él. (2 Corintios 5:21)
5.
Puedes estar
seguro, por tanto, que él murió por ti porque quería hacerlo; quería
salvarte; no porque no tuvo otro remedio.
Por esta razón puedes acudir a él con toda confianza.
6.
Por tanto, no
intentas salvarte por tus propios modos. Tu justicia no vale; tu religión no
vale; tu iglesia no vale; tu fidelidad no vale. Sólo Jesucristo vale.
III. Murió
entre manifestaciones del juicio de Dios
v.45, 51b-53
1.
Algunos
piensan que la salvación es posible porque Dios decidió hacerse tolerante con
el pecado
2.
Otros piensan
que el Dios del Antiguo Testamento, con su juicio y su ira, es ajeno al del
Nuevo Testamento: que no son el mismo Dios.
3.
En este texto
sobre la crucifixión de Jesús, vemos la manifestación de la ira y del juicio de
Dios.
4.
Cuando Jesús
murió en la cruz, Dios desencadenó toda su ira sobre él, juzgando en él el
pecado de todos nosotros.
5.
Ya sabemos lo
serio del pecado. No juegas con el
pecado; no lo trates a la ligera. Es sujeto
de la ira de Dios, y el que lo comete también.
No hay excepción en eso.
IV. Murió
abandonado por Dios mismo v.46 (tomando nuestra condenación)
1.
“¿Por qué me
has abandonado?” es también una cita mesiánica.
2.
Pero era más
que citar la poesía; era una realidad: Dios tuvo que abandonarlo.
a.
Por el pecado
que había llegado a ser (2 Co. 5:20)
b.
Por la
justicia, la pureza, de Dios (Hab. 1:13)
3.
Demostrando
que la ira de Dios contra el pecado no es algo puramente teórico
4.
Fue para que
tu y no fuéramos eternamente abandonados por Dios:
a.
Si tú, o sea
quien sea, muere sin haber recibido a Jesucristo como su Salvador, entonces
Dios te abandonará a su suerte eterno; no tendrá piedad de ti: el tiempo de la misericordia habrá terminado.
b.
Por otro
lado, si has puesto tu confianza en Cristo; si has entrado en el tratado de
intercambio de la justicia de Cristo por tus pecados, entonces no habrá posibilidad
de que Dios te abandone: ni ahora, ni después de tu muerte.
c.
No dejes, por
tanto, que lo que pasó a Cristo sea en vano en lo q ue te concierne.
V. Murió
abriéndonos la puerta hacia la presencia de Dios v.51ª
1.
El velo era
lo que separaba el lugar santísimo del resto del templo; que escondía la presencia
de Dios. Ningún sacerdote podía pasar
por allí: sólo uno, y una vez por año.
2.
Se rasgó en
dos, haciendo que todos estuvieron en el lugar santísimo; quitando la única
separación.
3.
El velo
representaba nuestros pecados que nos separaban de Dios.
4.
Se rompió de
arriba abajo – aunque fue colgado por arriba.
Normalmente imposible, pero para demostrar que este rasgar vino de
arriba, de Dios; no fue el hombre que quitó esa separación.
5.
No intentes
entrar en la presencia de Dios por tus propios medios o méritos; no
puedes. Acepta más bien las condiciones
de Dios (Ef. 2:9-10).
VI. Murió
entre manifestaciones de su divinidad v.54
1.
Las señales
que hizo.
2.
El mismo
centurión responsable oficialmente por su muerte lo reconoció.
3.
Sólo Dios
pudo morir por todo el pecado, teniendo un valor infinito
4.
Sólo Dios
pudo en esos momentos en la cruz, llevar toda la eternidad del castigo,
teniendo un valor eterno.
5.
Si Jesús no
hubiera sido Dios, su sacrificio no habría tenido un valor para ti. Sólo podría haber valido por una persona, y
por el tiempo equivalente en que permaneció muerto. ¡Ojo con las sectas que niegan su divinidad!
No sirve que
busques seguridad en ninguna otra persona, ni en ninguna otra cosa. Sólo aquél
que cumplió todas las profecías de Aquél que juzga, puede salvarnos del juicio.
No intentes salvarte por tus propios modos. Tu justicia no vale; tu religión no
vale; tu iglesia no vale; tu fidelidad no vale. Sólo Jesucristo vale. No intentes
entrar en la presencia de Dios por tus propios medios o méritos; no
puedes. Acepta más bien las condiciones
de Dios. Y recuerda, sólo Cristo,
Dios, te puede salvar. Ningún otro
Cristo proviniendo de la imaginación de una secta o religión puede hacerlo.
Hemos visto lo serio del pecado. No juegas con el pecado; no lo trates a la
ligera. Es sujeto de la ira de Dios, y
el que lo comete también lo es. No hay
excepción en eso. Si tú, o sea quien sea, muere sin haber recibido a Jesucristo
como su Salvador, entonces Dios te abandonará a su suerte eterna; no tendrá
piedad de ti: el tiempo de la
misericordia habrá terminado. Por otro lado, si has puesto tu confianza en
Cristo; si has entrado en el tratado de intercambio de la justicia de Cristo
por tus pecados, entonces no habrá posibilidad de que Dios te abandone: ni
ahora, ni después de tu muerte. No
dejes, por tanto, que lo que pasó a Cristo sea en vano en lo que a ti te
concierne. ¿Has recibido a Cristo como
tu Salvador?
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