Monday, March 24, 2014

Génesis 27:1-40 Jacob niega su identidad y roba la de Esaú



Génesis 27:1-40

Jacob niega su identidad y roba la de Esaú

v. 18   ¿Quién eres, hijo mío?

Una pregunta importante para cada uno de nosotros.  ¿Sabes quién eres?  Y los demás, ¿saben quién eres?  Lo que tú sabes de ti mismo es una cosa. Lo que los desconocidos saben de ti es otra cosa. Lo que los íntimos saben de ti es otra cosa aún.  Pero lo que Dios sabe de ti es todavía más distinto.

Jacobo, durante un rato, escondió su identidad de su padre. Tuvo una razón para ello.  Quiso conseguir algo.  Quiso conseguir algo que era bueno, y que quizá Dios quería que él tuviera. Pero utilizó los malos medios. Cambió su identidad.

¿Ocurre, acaso, que nosotros intentamos pasar por lo que no somos? ¿O que intentamos esconder algo de nuestra persona? Pues sí, a menudo.

Las razones:

1.                  A veces queremos conseguir una opinión favorable de parte de la gente.
2.                  A veces queremos evitar una mala opinión de parte de la gente.
3.                  A veces tenemos mucho temor de que la gente descubre lo que somos en realidad.

Muchas personas tienen pesadillas de que aparezcan en público, sólo para darse cuenta que han olvidado una parte muy importante de su vestimenta, quedando una parte de ellos desnudos. Es una pesadilla tan común, que da la impresión que muchas personas, si no todos, temen mucho revelar su verdadera persona a los demás.  ¿Por qué?  Porque somos pecadores, y lo que somos en realidad, no es siempre muy hermoso a ver. Como C. S. Lewis pone en boca del león en los crónicos de Narnia: “Ser hijos e hijas de Adán y Eva es el mayor honor que se puede tener, y a la vez la mayor vergüenza que se puede tener.”

I.              Igual como Jacob, intentamos parecer como lo que no somos, para poder conseguir algo.  vv.10, 19
1.           Quiso conseguir la bendición de su padre
a)            La bendición era algo bueno
b)           Era algo a que tenía derecho, habiendo conseguido ya la primogenitura de Esaú
c)            Era algo que Dios quería para él
d)           Usaba una mala táctica para conseguirlo
2.           Nosotros intentamos parecer ante Dios como siendo más santos de lo que somos, con el propósito de conseguir sus bendiciones
a)            Dios quiere bendecirnos
b)           Tenemos derecho a su bendición por lo que Jesús ha hecho por nosotros
c)            Usamos una mala táctica para conseguirlo
d)           Dios no es como Isaac: Él es capaz de ver nuestra realidad, e igual como hizo con Jacob años más tarde, a Peniel, vuelve a preguntar “¿Cuál es tu nombre?” y sólo bendice cuando, como Jacob, reconocemos quién somos.
3.           Es mucho mejor parecer ante Dios tal como somos, sin hipocresías. Si tenemos malos pensamientos, que se lo digamos.
II.           A veces, como Jacob, intentamos pasar por lo que no somos, por temor al descubrimiento.  vv. 11-12
1.           Jacob temía que si su padre descubriera la realidad, recibiría una maldición en vez de una bendición. (defn. De “maldición” y de “bendición”.)
2.           Á veces nosotros tememos un rechazo por parte de Dios, porque conocemos mal el carácter de Dios. Olvidamos a aquel que dijo: “El que a mí viene, no lo echo fuera.
3.           Cuánto más fingimos, más tememos la verdad.
III.        Demasiadas veces, queremos “ayudar” a Dios a llevar a cabo sus planes para nuestras vidas.
1.           Pensamos que las promesas de Dios no se llevarán a cabo si no actuamos.
2.           Pensamos que nuestra hipocresía es justificable cuando es para conseguir algo bueno.  ¡El fin justifica los medios!
3.           Olvidamos permitir que Dios sea Dios.


Cada vez que entramos en la presencia de Dios, él, de ciertos modos, está preguntando: “¿Quién eres, hijo mío?”  El secreto de la bendición, como para Jacob en Peniel, es decirle la verdad. Y a medida que pasamos tiempo en presencia de Dios, aprenderemos lo que es, en efecto, la verdad de nuestra condición Somos “Jacobos”, torcidos, imperfectos, faltando al camino de Dios.  Y cuando lo aprendemos y lo confesamos, Dios nos cambia en “Israel”, príncipes con Dios; vencedores con Dios.

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