Génesis 27:1-40
Jacob niega su identidad y roba la
de Esaú
v. 18 ¿Quién eres, hijo mío?
Una pregunta importante
para cada uno de nosotros. ¿Sabes quién
eres? Y los demás, ¿saben quién
eres? Lo que tú sabes de ti mismo es una
cosa. Lo que los desconocidos saben de ti es otra cosa. Lo que los íntimos
saben de ti es otra cosa aún. Pero lo
que Dios sabe de ti es todavía más distinto.
Jacobo, durante un rato,
escondió su identidad de su padre. Tuvo una razón para ello. Quiso conseguir algo. Quiso conseguir algo que era bueno, y que
quizá Dios quería que él tuviera. Pero utilizó los malos medios. Cambió su
identidad.
¿Ocurre, acaso, que
nosotros intentamos pasar por lo que no somos? ¿O que intentamos esconder algo
de nuestra persona? Pues sí, a menudo.
Las razones:
1.
A veces
queremos conseguir una opinión favorable de parte de la gente.
2.
A veces
queremos evitar una mala opinión de parte de la gente.
3.
A veces
tenemos mucho temor de que la gente descubre lo que somos en realidad.
Muchas personas tienen pesadillas
de que aparezcan en público, sólo para darse cuenta que han olvidado una parte
muy importante de su vestimenta, quedando una parte de ellos desnudos. Es una
pesadilla tan común, que da la impresión que muchas personas, si no todos,
temen mucho revelar su verdadera persona a los demás. ¿Por qué?
Porque somos pecadores, y lo que somos en realidad, no es siempre muy
hermoso a ver. Como C. S. Lewis pone en boca del león en los crónicos de
Narnia: “Ser hijos e hijas de Adán y Eva es el mayor honor que se puede tener,
y a la vez la mayor vergüenza que se puede tener.”
I.
Igual
como Jacob, intentamos parecer como lo que no somos, para poder conseguir
algo. vv.10, 19
1.
Quiso
conseguir la bendición de su padre
a)
La bendición
era algo bueno
b)
Era algo a
que tenía derecho, habiendo conseguido ya la primogenitura de Esaú
c)
Era algo que
Dios quería para él
d)
Usaba una
mala táctica para conseguirlo
2.
Nosotros
intentamos parecer ante Dios como siendo más santos de lo que somos, con el
propósito de conseguir sus bendiciones
a)
Dios quiere
bendecirnos
b)
Tenemos
derecho a su bendición por lo que Jesús ha hecho por nosotros
c)
Usamos una
mala táctica para conseguirlo
d)
Dios no es
como Isaac: Él es capaz de ver nuestra realidad, e igual como hizo con Jacob
años más tarde, a Peniel, vuelve a preguntar “¿Cuál es tu nombre?” y sólo
bendice cuando, como Jacob, reconocemos quién somos.
3.
Es mucho
mejor parecer ante Dios tal como somos, sin hipocresías. Si tenemos malos
pensamientos, que se lo digamos.
II.
A veces,
como Jacob, intentamos pasar por lo que no somos, por temor al
descubrimiento. vv. 11-12
1.
Jacob temía
que si su padre descubriera la realidad, recibiría una maldición en vez de una
bendición. (defn. De “maldición” y de “bendición”.)
2.
Á veces
nosotros tememos un rechazo por parte de Dios, porque conocemos mal el carácter
de Dios. Olvidamos a aquel que dijo: “El
que a mí viene, no lo echo fuera.”
3.
Cuánto más
fingimos, más tememos la verdad.
III.
Demasiadas
veces, queremos “ayudar” a Dios a llevar a cabo sus planes para nuestras vidas.
1.
Pensamos que
las promesas de Dios no se llevarán a cabo si no actuamos.
2.
Pensamos que
nuestra hipocresía es justificable cuando es para conseguir algo bueno. ¡El fin justifica los medios!
3.
Olvidamos
permitir que Dios sea Dios.
Cada vez que entramos en
la presencia de Dios, él, de ciertos modos, está preguntando: “¿Quién eres,
hijo mío?” El secreto de la bendición,
como para Jacob en Peniel, es decirle la verdad. Y a medida que pasamos tiempo
en presencia de Dios, aprenderemos lo que es, en efecto, la verdad de nuestra
condición Somos “Jacobos”, torcidos, imperfectos, faltando al camino de
Dios. Y cuando lo aprendemos y lo
confesamos, Dios nos cambia en “Israel”, príncipes con Dios; vencedores con
Dios.
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