Tuesday, December 16, 2014

Agua de Vida y un Árbol de Sanidad Apocalipsis 22:1-5




Agua de Vida y un Árbol de Sanidad
Apocalipsis 22:1-5

Este texto, al principio del último capítulo del Nuevo Testamento, se entiende generalmente como hablando del estado eterno, después del juicio final.  Sin embargo, el libro de Apocalipsis está lleno de imágenes que repiten o resumen la historia que se cuenta desde el principio del libro, y aun desde el principio del Nuevo Testamento.
Una cosa que cause confusión es la expresión “sanidad de las naciones”, porque al leer eso, pensamos en países con sus gobiernos. Sin embargo la expresión “naciones” en el Nuevo Testamento es una palabra que también se traduce “gentiles”, o, en otras palabras, todos aquellos que no son de la nación judía. Podríamos también utilizar la expresión “paganos”, salvo que eso tiene un sentido algo despreciativo hoy en día (aunque para los judíos, “naciones” o “gentiles” era también despreciativo).  La idea, aquí, es la sanidad o la sanación de los no-judíos. ¿De qué son sanados? Pues, son sanados de su estado de separación de Dios. “Recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo.  Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad.  Y VINO Y ANUNCIO PAZ A VOSOTROS QUE ESTABAIS LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA” (Efesios 2:12-17).

Es posible que la intención, pues, de este pasaje, sea de resumir la historia de la redención a partir de la cruz hasta la eternidad, cuando no habrá necesidad de luz ni de lámpara, ni de sol.

Estando así, pues, aprendemos en este texto las grandes bendiciones que tenemos por nuestra relación con Cristo.

I.                   Hemos recibido el agua viva que satisface para siempre “un río limpio de agua de vida resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero
                      1.     ¿Se siente decepcionado por lo que tiene, o lo que no tiene? A veces anhelamos algo tanto, pero una vez lo tenemos, nos damos cuenta que no satisface. Sólo la presencia de Cristo nos puede satisfacer realmente, Y además, es duradero.
             2.       Como creyentes, nos vale la pena cultivar esta relación con él. Vale más que toda otra cosa.

II.                Como “gentiles”, hemos sido librado de la posición de separación de las bendiciones de Dios “y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones (los gentiles)
            1.                  Lo cierto, es que lo que nos separaba, a todos, de Dios es nuestro pecado.
            2.    Cuando Cristo murió en la cruz, pagando por nuestros pecados, él nos sanó de la consecuencia de nuestros pecados. Como dice Romanos 8:1, ya no hay más condenación para aquellos que están en Cristo Jesús.
           3.            Asegurase de que esté en Cristo, y no sólo en una organización o sociedad cristiana. Ni siquiera su iglesia le sanará de sus pecados. La iglesia es la comunidad de aquellos que han sido sanado por Jesucristo.

III.             Somos libres de la maldición para siempre “y no habrá más maldición
         1.            Es la consecuencia de la sanidad por la cruz. Cuando no hay pecado no hay maldición.
          2.                  Cristo llevó nuestra maldición cuando murió por nosotros.
         3.          Cristo venció a Satanás y todos sus obras en la cruz.
      4.     Ahora Dios no está diciendo “mal” de nosotros, sino que está diciendo “bien” de nosotros (bendiciendo).

IV.             Gozamos de una relación con el Señor “y verán su rostro
           1.        En la eternidad, le veremos su rostro literalmente.
           2.        Mientras tanto, podemos, de cierto modo, “ver su rostro” en una relación íntima con él.
          3.    Siendo librado de nuestros pecados, ya no hay nada en absoluto que pueda impedir que gocemos de esta relación abierta e íntima con Dios. Lo que Adán perdió nos fue restaurado.

V.                El Señor se identifica con nosotros “y su nombre estará en sus frentes
            1.       Si adoptas a un joven, le das tu nombre.  Es atrevido hacerlo, porque te identificas con él.
           2.        Te sentirías algo orgulloso si alguien a quien admiras mucho te prestara el uso de su nombre; si él se identificara públicamente contigo.
            3.        ¿Qué identificación más clara puede haber que un nombre escrito en tu frente? Sin embargo es lo que el Señor hace por ti y por mí. Cuando dice que pone su nombre en tu frente está diciendo que se está identificando contigo en la manera más pública posible. ¡Qué privilegio más grande! ¡No tienes que andar con vergüenza! ¡Eres importante!

VI.             Tenemos la promesa de una eternidad gloriosa “No habrá allí más noche … y reinarán (seguirán reinando) por los siglos de los siglos”.
              1.      Según Juan 3:16, ya tenemos vida eterna si hemos creído en él. No es algo que alcanzar.
             2.     Ya reinamos con Cristo; al morir seguiremos reinando con Cristo; y en la eternidad, después del juicio final, también seguiremos reinando con Cristo.
           3.       Nuestro futuro eterno es algo tan glorioso que no tenemos palabras para describirlo. Sólo podemos pensar en lo que no habrá: no habrá noche. Cristo mismo será nuestra luz.
            4.     Cuando las cosas parecen difícil hoy, pensemos en el hecho que es sólo temporario. Pongamos los ojos en Cristo y en nuestro futuro con él. Nos ayudará poner el presente en perspectivo.


Con realidades y promesas tan gloriosas, no hay razón para que el cristiano ande cabizbajo. Es por eso que Pablo pudo decir a los creyentes filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!

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