Tuesday, November 11, 2014




Apocalipsis 19:1-10
Alegría en Medio de la Destrucción

“¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos…

Cuando hay grandes desastres en el mundo, a veces hasta los creyentes tenemos una tendencia, no solamente a lamentarnos, sino a temer lo peor. Sentimos desamparados, como si todo estuviera fuera de control.  Ahora bien, es propio de los creyentes a sentir lástima para aquellos que sufren las consecuencias de los desastres, y que hagamos lo que podamos para aliviar las aflicciones de las víctimas. Porque estamos llamados a amar, y mientras haya vida en alguien, hay algo que amar. También podemos y debemos hacer lo que podemos, como seres humanos, para evitar estos desastres en el mundo, además de disminuir, si fuera posible, las consecuencias.  Aun si este mundo está llamado a desaparecer, no es razón para la cual no debemos ser cuidadores responsables del mundo. Aun si el mundo está llamado a sufrir guerras, eso no quita la responsabilidad de los creyentes a ser pacificadores.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los ciudadanos de los países aliados, al menos aquellos que tenían corazón, sintieron gran pena por el sufrimiento del pueblo alemán, y por las víctimas japoneses de la bomba atómica en Hiroshima y en Nagasaki. Pero al mismo tiempo que sintieron esta lástima y esta tristeza ante aquellos horrores, también sintieron alegría por el fin de la guerra, y por el hecho que países esclavizados fueron liberados.
Sin embargo, el otro sentimiento, el de sentirse desamparado, o en temor de lo que pueda seguir, no es algo que debe afectar a un creyente. Porque somos hijos e hijas de Dios. Podemos confiar en Aquel que es soberano, que está perfectamente en control en medio de los desastres, aun aquellos desastres que son causados directamente por los hombres.

Los creyentes pueden alegrarse en medio de los peores desastres en el mundo porque:

I.       Saben que el Señor está en su trono, ejerciendo su justicia
1.                  Si sabemos que el Dios Creador está en control de la situación, entonces esto debería quitar el sentimiento de pánico.
2.                  Podemos estar tranquilos, sabiendo que lo que sucedió es justo.

II.    Saben que los planes del Señor se están cumpliendo
1.                  Si estamos del parte de Dios, nos debería alegrar que él esté llevando a cabo sus planes.
2.                  Si sabemos que él está cumpliendo sus planes, ¿por qué temeríamos para el futuro?

III. Están en seguridad
1.                  No estamos en seguridad de sufrir dificultades económicas o físicas.
2.                  No estamos en seguridad de sufrir la muerte.
3.                  ¡Pero estamos en seguridad para la eternidad! Si somos hijos o hijas del Señor, entonces no necesitamos temer para el futuro porque él nos ha redimido, y sabemos que estaremos con él para la eternidad.

IV. Están preparados para la gran boda del Señor
1.                  Además, con cada uno de estos desastres, sabemos que el gran día de la boda del Señor se está acercando. Y sabemos que cuando esto sucede, la novia (la Iglesia) estará preparada. Además, formaremos parte de esto. A la vez como miembros de la novia y como amigos del esposo (Jn 3:29).
2.                  Miremos arriba, y guardemos nuestros ojos fijos en lo que nos espera, y así, aun en medio de las tragedias, tendremos alegría. 


Así, pues, aun cuando de un lado estemos llorando por lo que padece el mundo destruido, al mismo tiempo podemos sentir alegría – no una alegría egoísta por el hecho que estos padecimientos no sean nuestras, porque sí formamos parte física de este mundo – sino una alegría porque los planes del señor se están llevando a cabo a pesar de todo lo que el hombre y Satanás hayan hecho para frustrarlos. Podemos alegrarnos porque el Salvador que sufrió tanto para redimir a los hombres está viendo el fruto de sus labores. Podemos alegrarnos porque él ha dado el privilegio de formar parte de esta victoria.

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