CAUSAS POR LA CAÍDA DE UN PUEBLO
Jueces
2:1-10
No ocurre a menudo que vemos al Señor enviando a un Ángel para dar un
mensaje. Generalmente envía a
hombres. Vemos a los ángeles, sin
embargo, particularmente cuando se trata de un mensaje de juicio. Generalmente, en otros textos, se identifica
al ángel del Señor con el Señor mismo. Abraham, Agar, Moisés, y Josué ya habían
visto tal manifestación. Pero
presentarse a todo el pueblo es algo inusitado.
Parece que el pueblo no tuvo ninguna duda acerca de su identidad, puesto
que todos se pusieron a llorar como resultado.
En este segundo capítulo de Jueces vemos cómo el pueblo había sido descuidado
en cuanto a echar a los moradores originales de la tierra. Esos moradores originales, Cananitas, eran
gente que había desarrollado toda clase de perversidad en su moral y en su
culto. Tenían cultos idólatras, en los
que obligaban a sus hijas a prostituirse en nombre de sus dioses para conseguir
dinero para su religión. Pasaban a sus hijos por el fuego; amputaban miembros
de sus propios cuerpos como ofrenda a los dioses. La homosexualidad era cosa aceptada y
practicada. Todo lo que Dios aborrecía
estaba allí en aquellos pueblos. Era
necesario que esos moradores originales de la tierra fueran extinguidos. No se podría convivir con ellos. La práctica era avisarlos que se marcharan de
allí, y sino, se les exterminaban. Pero
Israel encontró que era más fácil simplemente mostrarse más fuertes, y entonces
hacer un pacto con ellos en el cual ellos fueran dominados, pero que
permanecieran morando en el país. Era más fácil porque significaba menos
guerra. Y siendo dominados ellos, se
conseguía el mismo beneficio para Israel.
Pero no era eso lo que Dios quería.
A nosotros también a veces nos parece mejor evitar la guerra - con la
familia, con los vecinos, o con nosotros mismos. Por tanto, cedemos terreno cuando deberíamos caminar
victoriosamente con el Señor. No tomamos
las posiciones que Dios nos llama a tomar.
Estamos dispuestos a cohabitar con el mal. Conque no nos impidan hacer
nuestros cultos, nosotros no sacaremos este mal de nuestras vidas.
Para el pueblo de Israel esto sucedió después de la muerte de Josué y de
aquellos que habían visto las obras de Dios.
Eso era su excusa: que ni Moisés ni Josué estaban con ellos. ¿Qué es nuestra excusa? Puede ser que Jesucristo y los apóstoles no
están andando visiblemente entre nosotros, pero tampoco estaban cuando nos
convertimos. El último versículo del
Evangelio de Mateo nos dice que siempre estará Jesús con nosotros.
¿Cuáles son las consecuencias de hacer un acuerdo con la infidelidad y el
pecado? ¿Cuáles eran las consecuencias
para el pueblo de Israel? ¿Qué serán
para nosotros? Un examen del versículo 3
nos lo dirá, y nos mostrará que cada creyente debe tomar una posición firme y
radical frente a todo lo que Dios no quiere en su vida, para evitar las
consecuencias que vemos en Jueces 2:1-10.
I. Nos
impedirán disfrutar plenamente de la vida que Dios quiere para los suyos. v.3a “No los echaré de delante de vosotros”.
1. El pueblo, mediante su infidelidad, renunció a la ayuda de
Dios para vivir tranquilamente, solos, en su país.
2. Esos pueblos podrían formar una "quinta columna" para
futuros adversarios.
3. Esos pueblos iban a impedir a Israel que disfrutara
plenamente de la tierra.
4. Nosotros también podemos a veces tolerar ciertas cosas en
nuestras vidas que no sean necesariamente la voluntad de Dios. Pensamos que mientras las dominemos nosotros,
no hace falta renunciar a ellas.
5. Esas desobediencias impiden que disfrutemos de la plena
libertad cristiana.
6. Quitan el gozo del Señor.
7. Quitan algo de nuestra autoridad en Cristo.
8. Es mejor desechar estas cosas de nuestras vidas enseguida,
contando con la ayuda de Dios para hacerlo.
Dios no nos ayudará a hacer lo
que al fondo no queremos hacer. Se trata, pues, de una decisión radical que
se toma enseguida.
II. Nos
serán una amenaza v.3b
1. Esos pueblos acabarían siendo un azote para Israel.
2. Esas cosas en nuestras vidas también acaban siendo una
amenaza para nosotros.
3. Impiden, por ejemplo, nuestra vida de oración.
4. Recordaréis que En Zacarías 3 hay la visión del sumo
sacerdote Josué (no el mismo que el general de Israel mencionado aquí) delante
de Dios. A su lado está Satanás
acusándole, porque tiene ropa sucia. Si nuestra ropa espiritual está ensuciada por
las cosas pequeñas que toleramos en nuestras vidas, eso nos afectará cuando
queremos orar, y oiremos la voz de Satanás en nuestros corazones, diciendo:
"¿Cómo te atreves? ¡No tienes
ningún derecho!"
5. Limpiémonos, pues, de toda suciedad en nuestras vidas – de
todo lo que pueda desagradar a Dios.
III. Será un tropiezo para
nosotros v.3c
1. Para Israel, la presencia de estos pueblos fue un tropiezo:
en los siglos siguientes, y hasta en los pocos años siguientes, esos pueblos
condujeron al pueblo de Israel a la idolatría, y a las mismas prácticas
asquerosas por las cuales Dios les había arrojado de allí. Porque el verdadero enemigo de Israel no era
tanto esos pueblos, sino el mismo Satanás.
2. Para nosotros, esas pequeñas cosas que consideramos como
legítimas acaban conduciéndonos en otros pecados, alejándonos cada vez más de
Dios.
3. Si no somos radicales como cristianos, no seremos nada.
Vemos
en el v. 2 que Dios había sido fiel a su pacto, pero Israel no lo había
sido. De igual manera, Dios ha sido fiel
a todas sus promesas de salvación, y no ha fallado en ninguna de sus promesas
de la vida cristiana, pero a veces nosotros hemos fallado por nuestra parte. Lo único que nos queda por hacer, entonces,
es lo que hizo Israel en Boquim: “Cuando
el ángel del Señor habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo
alzó su voz y lloró. Y llamaron el
nombre de aquel lugar Boquim, y
ofrecieron allí sacrificios” (v.4-5).
Es decir, que nosotros también podemos sentir nuestra culpabilidad,
reconocerla, y contar con el sacrificio de Jesucristo para limpiarnos de todo
pecado. Pero implica también renunciar a nuestra infidelidad.
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