Querido Mundo: Dejemos de dar
nuestra Basura a los Pobres
Me estaba
preparando para un viaje a Kenya hace un par de años, cuando una iglesia me
envió un correo electrónico preguntando si Mercy House tenía algunas
necesidades específicas. Contesté pronto
y les dije que quería dar a Maureen, nuestra Directora en Kenya, un iPhone, para
que pudiéramos comunicar durante los fallos de luz (casi a cada semana). Les
dije que si ellos compraran uno, entonces yo utilizaría mi dinero para otras
cosas necesarias.
En el Facebook
de la Iglesia unos días más tarde, vi algo como, “Queremos apoyar un ministerio
con un iPhone usado. Si tienen uno viejo que puede donar, por favor, déjenos
saber.”
Me dieron un
viejo iPhone una semana más tarde. En el terreno en Kenya, me di
cuenta que la carga no aguantaba ni diez minutos. El teléfono era basura.
Entonces, cuando
me marchaba de Kenya, di me propio teléfono usado, que funcionaba, a Maureen.
La iglesia me
contactó después del viaje y me preguntó ¿cómo le había gustado a Maureen su
nuevo teléfono? Les dijo que era inútil, y añadí, “No se preocupen. Le regalé
el mío.”
“Oh, nos
sentimos muy mal, por favor, ¡permítanos que remplacemos su teléfono! Queremos
comprarle un nuevo, puesto al día. Usted lo merece.” Les dije que ya tenía un
teléfono de reemplazo, y que utilizaba el puesto al día de mi marido. “Ok. En
este caso, quisiéramos hacerle un cheque para $500 para compensar por la
inconveniencia.”
Denlo a Maureen, dije.
Y lo hicieron.
Aunque la
iglesia intentó arreglar el asunto, me molestaba el hecho que estaban muy
dispuestos a comprarme un teléfono nuevo que yo no necesitaba. Me he fijado que esa mentalidad se extiende
por la Iglesia en general: Los pobres estarán contentos con nuestros
restos. No conocen nada mejor. Viven en África u Honduras, no necesitan la
última tecnología o las mejores marcas como nosotros. Van a apreciar
cualquier cosa que damos porque algo es mejor que nada.
¿Por qué damos a otros-a menudo a los que sirven a los pobres o a los
pobres mismos –algo que no guardaríamos nosotros?
Recoger ropa
para inmigrantes ha llegado a ser la mejor oportunidad para deshacernos de
cosas que no queremos, y recoger productos para nuevas mamás es la excusa
perfecta para botar ropa manchada o muy usada que nosotros nunca nos
atreveríamos volver a utilizar. He empaquetado maletas con donaciones hermosas,
pero más a menudo he triado a través de pilas de basura regalada en el nombre
de Jesús.
Es tiempo que dejemos de regular nuestra basura a los pobres.
No hay nada mal
con cosas usadas o cosas de segunda mano. Es a menudo lo que escojo primero, y
lo que prefiero. Muchas organizaciones y ministerios dependen de donativos
usados. Pero si donamos lo usado, debería ser nuestro mejor. No estoy diciendo
que cuando sacamos nuestra ropa usada o viejos juguetes y los donamos ‘ que es
malo. Estoy diciendo que si lo donamos, debería ser algo que estaríamos
dispuestos a utilizar nosotros mismos.
Quizá los pobres
no tienen riqueza, pero tienen su dignidad. He conocido a gente sin
electricidad ni agua corriente que limpiaba sus pisos sucios cada día, que
prensaba su ropa, que caminaba muchos kilómetros a su trabajo en calles llenos
de barro, evitando aguas negras, sin ensuciar su ropa lo más mínimo. Valorizan
su propia dignidad, y nosotros también deberíamos hacerlo.
Nunca olvidaré
mi encuentro con una mujer en África que sostenía a su familia por medio de
revender ropa usada de América. Pero cuando me mostró la ropa que tenía para
vender – ropa que Americanos había donado en campañas de eso – estaba roto y
manchado. Me daba vergüenza.
Su mejor dependía
de nuestro peor.
El solo hecho
que nuestra donación nos pueda dar la impresión de estar ayudando, en
realidad podríamos estar haciendo daño. Fardos de ropa usada son vendidos a países
africanos para ser revendido, y acaban inundando el Mercado y a menudo arruinan
los negocios locales de textiles y costureras y modistas.
Es hora en que
pensemos no solo en lo que damos y en cómo damos, pero también en por qué lo
damos. El solo hecho de hacernos sentir mejor (y libera nuestra bodega al mismo
tiempo), no significa que sea lo mejor para aquellos que necesitan. Quizá
deberíamos mirar un poco más hondo en nuestros corazones y en nuestos
billeteros cuando podemos decir, No tengo dinero para dar a los pobres,
pero tengo muchas cosas. ¿Quizá tendríamos que comprar menos cosas, para tener
más para dar?
“No estamos dando
lo que se nos llama a dar, a menos que el hecho de dar afecta nuestra manera de
vivir — que afecta lo que ponemos en nuestra mesa y dónde instalamos nuestro
hogar y que clase de ropa llevamos. Dar lo que nos sobra es algo fácil; El
Dar Sacrificial es la donación de amor que cambia cómo usted vive — porque
el amor de Cristo le ha transformado. Dios no quiere lo que le sobra. Dios
quiere sus acciones de amor, sus cosas primeras, porque Él es su primer amor.”
-Ann Voskamp
Durante los años
ha habido tiempos que jadeado y sonreído con alegría al ver las bellas cosas
que he triado y empaquetado para los más pobres. Cuando damos lo mejor que
tenemos, estamos viviendo a nuestro mejor nivel. Estamos diciendo con nuestra
donación, usted tiene valor. Estamos susurrando con nuestro
donativo, usted merece lo mejor. Tenemos la oportunidad de
comunicar una autoestima cuando damos con generosidad.
Es una promesa para ellos.
Es una promesa para nosotros.
“El que se compadece del pobre, a Jehová presta, y lo
que ha dado, Él se lo volverá a pagar..”- Proverbios 19:17
La próxima vez
que tengamos la oportunidad de compartir lo que tenemos con alguien que esté en
necesidad, demos algo de la pila de cosas que queremos guardar, no de las cosas
que queremos botar.
No comments:
Post a Comment