Filipenses 4:5
Vuestra Gentileza
“Vuestra
gentileza sea conocida de todos los hombres.
El Señor está cerca”.
Supongo que la mayoría de las personas quieren
ser reconocidas por algo. No queremos
pasar desapercibido. Es la pesadilla de
algunos que nadie note su presencia.
Puedes ser que hayas soñado en eso alguna vez. Estás allí rodeado de personas, y les hablas,
pero actúan como si no estuvieras.
Empiezas a gritar y patalear, con el mismo resultado. Te despiertas sintiéndote muy raro.
Pero lo más frecuente es que nos sentimos mal
porque nadie reconoce nuestro valor.
Quisiéramos que la gente reconociera las buenas cosas que hacemos,
nuestras habilidades, nuestras cualidades.
Dentro de ciertos límites, esto no es mal. Lo malo es cuando nos empuja a actuar de una
manera egoísta para que la gente se fije en nosotros. O cuando tenemos valores equivocados que
queremos que la gente note. Por ejemplo
algún joven quiere ser notado por ser un “duro”, o por ser un bebedor.
Pablo nombró una cualidad en particular que
quería que fuese el objeto de la conversación de la gente. Quería que la reputación de los creyentes, en
cuanto a esta cualidad, se difundiera. Y
esa cualidad era la gentileza. En el
catalán, leemos: “Que tothom os conegui com a gent de bon tracte”.
(Interconfesional) o “Que la vostra cordialitat sigui de ben palesa per a
tothom” (el Camí a la Llum). Este último
no me satisface totalmente, porque me parece que la cordialidad es sólo una
parte de la gentileza. La gentileza bíblica
es algo que viene del corazón. Por otro
lado, lo que hace la reputación deseada es la cordialidad exterior.
¿De dónde, pues, puede venir esta gentileza
que Pablo quiere que tengamos?
I.
Es producto de un trasfondo de
gozo cristiano v.4
1.
Cuando uno es feliz, es fácil
tratar a la gente con gentileza
2.
Cuando se está infeliz, se suele
echar la culpa, consciente o inconscientemente, a la gente de alrededor
3.
Por esta razón hay que ser siempre
gozoso
4.
Este gozo no puede venir de
nuestras circunstancias, sino del Señor.
Por esta razón importa nuestra relación continua con él.
5.
¿Qué tal es tu gozo? ¿Y tu relación con el Señor? Puedes estar en las peores circunstancias, y
estar gozoso mientras tus relaciones con él estén buenas. Pero sino, le echarás la culpa, y estarás en
enemistad con tu mejor Amigo. Y estarás
agrio con todo el mundo.
II. Viene de la realización de la cercanía del Señor v.5
1.
La cercanía aquí no habla de su
venida, sino de su cercanía en espacio.
2.
Si él estuviera allí físicamente a
tu lado, no habría problema en mostrar gentileza con la gente.
3.
Recuerdo la primera vez que tuve
que predicar un sermón, en una iglesia de habla inglés, relativamente grande. A
medida que el momento se acercaba me sentí muy nervioso, y sabía que con ese
nerviosismo lo echaría todo a perder.
Pensé en lo que cambiaría eso. Me
di cuenta que si el Señor Jesús estuviera físicamente presente a mi lado, con
su mano en mi hombro, no me sentiría nervioso en nada. Pues recordé su presencia, y me sentí
tranquilo, y pude predicar aquel sermón con toda tranquilidad.
4.
Cuando te sientes agrio, cuando te cuesta ser amable con la gente,
cuando no llegas a cambiar tu actitud, recuerda la presencia cercana del Señor
Jesús contigo; piensa en sus cualidades.
Verás cómo llega a ser mucho más fácil de tratar bien a las personas.
III. Viene de una calma y quietud del corazón v.6
1.
Este último nos trae a lo que dice
Pablo en el versículo 6.
2.
No podemos mostrar esta gentileza
si tenemos el corazón aturdido, atormentado,
intranquilo.
3.
Si tenemos el corazón intranquilo,
puede ser que nuestra falta de gentileza sea conocida por todos los hombres.
4.
Por tanto, se trata de examinarse,
buscar las cosas que nos preocupan, y contarlas en detalle a nuestro Padre
celestial. Él ya lo sabe, pero quiere
que se lo contamos. Exactamente como lo
hacía David en los Salmos.
¿Cómo te conoce la gente? ¿te conocen por un temperamento irascible?
¿Por tu dureza? ¿O te conocen más bien
por tu gentileza, por la expresión de amor por los demás, por tu paciencia? Muchas personas muy comprometidas han echado
a perder su testimonio y su capacidad de ser una bendición para los demás
creyentes por su falta en esto. La
solución está en tu relación íntima con Dios.
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