EL PODER DEL PECADO[L F1]
GÉNESIS 3:1-19
¿Has pensado alguna vez que habría sido maravilloso si
sólo Adán y Eva nunca hubieran pecado? Si sólo hubieran obedecido a Dios en
Edén! El único problema es que ellos eran representantes nuestros. Hicieron
exactamente lo que habríamos hecho nosotros. Por esta razón pecaron. Eran
nuestros padres en un sentido muy real. Pero, ¿por qué pecamos? ¿Cómo podemos
resistir al pecado? Reconocemos el poder del pecado, y de las tentaciones, y
nos cuesta terriblemente no sólo resistir, sino reconocer que podemos resistir.
Pero estamos llamados a resistir al pecado. Cada creyente debe resistir al
poder del pecado, reconociendo las verdades básicas que aprendemos en Génesis
3:1-9.
I.
Reconociendo la sutilidad de las tentaciones
1.
Si no pareciera atractiva no sería una tentación
2.
El pecado a menudo viene disfrazado de buenas
intenciones
3.
Generalmente cuando haces algo mal, te estás
justificando en alguna manera: “es con buena intención”, o “en mi caso es
justificable”, o “No es nada importante”.
4.
Pero es importante, y la desobediencia nunca
es justificable.
II.
Reconociendo la fuente de las tentaciones
1.
El diablo
a.
El enemigo de Dios
b.
El enemigo de nuestras almas
2.
Reconociendo la maldad de las tentaciones
a.
Viene con el propósito de destruir todo lo bueno y todo
lo hermoso
b.
El pecado va en contra de todo lo que es amor, paz,
etc.
3.
Reconocerlo es enfrentarse a él Stg 4:7
III.
Reconociendo el resultado del pecado
1.
Muerte Ro. 6:23
2.
Tristeza
3.
Condenación
4.
Irreparable
5. Cuando pecamos nos hacemos esclavos del pecado. Es
fácil hacerse esclavo: pero no se puede liberar tan fácilmente luego.
IV.
Reconociendo la posibilidad de no pecar (He. 4:14-16)
1.
Tenemos un sumo sacerdote que está a nuestro lado.
2.
Cierto que todos pecan, y no llegamos a un punto en la
vida cristiana en que nunca pecamos. Pero ante una tentación de pecar tenemos
que reconocer que no estamos obligados de pecar.
3.
Es nuestra elección de presentar nuestros miembros al
pecado o no (Ro. 6:13)
4.
No dejar reinar el pecado (Ro. 6:12). Porque si elegimos de desobedecer a Dios en
un asunto cualquiera, nos estamos haciendo esclavos del pecado. Nos estamos
entregando al pecado para que domine sobre nosotros.
5.
El pecado no ha de enseñorearse de nosotros, porque
somos muertos al pecados y vivos para Cristo (Ro. 6:14; 6:6, 11)
Cristo
murió en la cruz para destruir las obras del diablo, para romper el poder del
pecado (1 Juan 3:8b). Primero, mediante
la sangre de la cruz, rompió el poder del pecado de condenarnos. Destruyó el
acta de condenación sobre nosotros. Pero destruyó también todo el poder de Satanás.
El diablo no puede “hacernos pecar”. Somos “más que vencedores por medio de
aquel que nos amó” (Ro. 8:37).
[L F1]Predicado
en verano 2009 Chiboug – culto en español
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